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¿En verdad somos tan malos?

Es un cuento antiguo, pero no deja de estar plenamente vigente. Sobre todo ahora que los equipos chilenos iniciarán una nueva participación en la fase de grupos de la Copa Libertadores. Hace mucho tiempo que nos va pésimo en el certamen y ya ni nos acordamos de un conjunto nacional que, al menos, haya llegado hasta la etapa de los mejores ocho equipos del torneo. Tenemos que conformarnos con pasar de ronda, no queda otra. Así de mal la han pasado los clubes locales en Sudamérica.

Antes del comienzo de la participación chilena en la Libertadores 2022, el panorama no se aprecia muy distinto. Universidad Católica debuta contra Talleres de Córdoba, en Argentina, y posteriormente deberá medirse contra Flamengo (actual subcampeón del torneo) y Sporting Cristal de Perú. No hay que ser un experto para anticipar que los cruzados deberían disputar el segundo lugar en el Grupo H frente al rival de este miércoles, y de este modo seguir jugando el torneo. Otra cosa sería una nueva decepción.

Colo Colo inicia su etapa en la Copa también de visita. Los albos enfrentan a Fortaleza, en la capital del estado de Ceará, en el noreste de Brasil. Al menos, el azar pareció favorecer al Cacique. Es un viaje muy pesado el que se realiza para enfrentar al primer rival del Grupo F y, por suerte, le tocó en el estreno. Hubiera sido distinto en plena disputa del certamen, con otra carga de partidos en el cuerpo. Si no pasa nada extraño, los dirigidos por Gustavo Quinteros tendrían que lidiar también por la segunda ubicación, detrás de River Plate, por encima de Alianza Lima y ganándole la pulseada a Fortaleza. No parece descabellado que puedan acceder a la ronda de los 16 mejores equipos.

Hasta ahí todo bien. El tema es que la cosa se pone difícil cuando comienza la competencia. Los argentinos pusieron de moda que la Libertadores debe jugarse de una manera distinta o especial (de ahí el término “Partido de Copa”). Luego, el resto de Sudamérica se alineó con el discurso y, a estas alturas, resulta una verdad incontrarrestable. Una cosa es clara, eso sí, los brasileños no “pescaron”, porque viven su propio mundo en el fútbol y dominan sin contrapeso. Por si existe alguna duda, basta con recordar que los últimos tres campeones del continente provienen desde esa liga.

Eso de la forma de jugar propia que exhibe la Libertadores tiene que ver, esencialmente, con que el foco de todo está puesto en el resultado. Lo único que importa es ganar y chao. Ni hablar del cómo, del modelo de juego, así que los “Bielsistas” en esta pasada rápidamente son excluidos de cualquier debate. En la edición pasada, por ejemplo, Atlético Mineiro, de Eduardo Vargas, fue lejos el cuadro de mejor fútbol y no pudo ante el campeón Palmeiras en semifinales. Su rival defendió con todo, hasta sin asco en un momento, para ganar la serie por el paso al duelo por el título. El proceder del Verdao fue similar para ganar a continuación la Copa en el Centenario de Montevideo, contra Flamengo: seguridad defensiva plena, posicionamiento permanente en campo propio y ataques veloces y profundos. Fue su segundo trofeo en línea.

Por lo visto, estaríamos en problemas entonces. A nivel local, y lo que no es una mala noticia, ha penetrado fuertemente la idea de un formato de juego con ciertos contenidos estéticos y una postura marcadamente ofensiva. Todo partió con el inolvidable éxito de la Selección, articulando por primera vez en la historia un formato de fútbol atractivo a la vista con resultados nunca antes logrados. En la liga chilena, Ataque Construido y Presión en Campo Contrario se transformaron en dos consignas que muy pocos se atrevieron a contrariar, so pena de ser condenados sumariamente al “infierno” futbolístico.

La Libertadores es otra cosa. Se encuentra en las antípodas de los dos ejes de la forma de juego dominante en el torneo chileno. Prevalecen el Contraataque y el Reagrupamiento Defensivo (hoy se conoce como Presión Baja). Por supuesto que hay momentos para los matices, con la aparición circunstancial de otras maneras de atacar y defender en el terreno de juego. Sin embargo, el fútbol dominante va regularmente por el camino descrito. ¿La UC y Colo Colo se manejan adecuadamente en tal contexto táctico? ¿Están para competir cabalmente? En las próximas horas comenzaremos a saberlo y esperamos que esta vez la cosa ande mucho mejor. Se inicia la fase de grupos de otra Libertadores, una nueva instancia para cuestionarnos si en verdad somos tan malos.