La esperanza de la Sub 23

El triunfo de la Sub 23 en los Juegos Panamericanos nos da una luz de esperanza. Nos permite comenzar a creer nuevamente en el buen juego del equipo, de la mano de la juventud y el atrevimiento.

El ímpetu futbolístico de la energía pura de esa edad nos muestra que corriendo más que el rival se puede jugar mejor. Nos queda ese sabor a triunfo bien ganado, a través de enlace de pases en todo el campo de juego y movimientos coordinados. Como un equipo que se atreve a arriesgar en presión alta, para buscar el error del rival y no esperar a retroceder y recuperar en nuestra área.

Chile pudo imponer su juego, balón al piso, jugando a uno o dos toques con movilidad libre. Los jugadores pudieron salir de sus posiciones y crear espacios con libertad que la dinámica y la parte física les facilitó.

Eso sí, ya al final del segundo el cansancio se hizo evidente y los jugadores comenzaron a defender un resultado que el rival buscó cambiar. Pero sin éxito.

Más allá de ese detalle, nos quedamos con esa luz de esperanza de nos brindó la Selección, con un triunfo trabajado, pero con la deuda pendiente de mejorar el aspecto físico para aguantar los embates del rival.