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La fe intacta en Pellegrino

Si consideramos solo las últimas cinco fechas del Campeonato Nacional 2023, Universidad de Chile sería el colista de esa posible tabla de posiciones, junto a O’Higgins, cuadro que también llegó a sumar tres puntos precisamente tras golear a los azules en el estadio Santa Laura. Extendiendo el ámbito de evaluación a otras cincos jornadas más hacia atrás, el panorama tampoco cambia mucho. El conjunto dirigido por Mauricio Pellegrino queda en el puesto 13 y con 11 puntos de 30 posibles, antecediendo únicamente a Copiapó, Curicó y la UC. ¿Qué une además a estos tres equipos? Todos cambiaron de entrenador durante este período.

No sorprende entonces que algunos seguidores de la U estén pidiendo la salida del DT argentino. Incluso, se habla de que este partido contra Curicó, que se encuentra a solo una unidad de los dos puestos de descenso, puede ser vital en tal sentido. Si así ocurriera en vista de un mal resultado, sería el peor error cometido por los azules en 2023. Pellegrino tiene que terminar el año. Armó el plantel, le dio por momentos una fisonomía de juego y así puede ser el más capacitado para corregir las deficiencias en pos de abandonar la crisis.

¡Cómo cambió todo en algunos días en la U! Después del convincente triunfo en Talcahuano, los azules quedaron a solo dos puntos del liderato, entonces controlado por Coquimbo con 31 unidades. Con un formato parco, muy poco expresivo, pero sólido en las respuestas defensivas, no sorprendió tanto el gran avance en la tabla de posiciones. Si estaban ahí era merecidamente, gracias a un desarrollo en la cancha eficaz.

Entonces, vino el descalabro. Claro, nadie imaginó que eso iba a pasar, porque la consistencia -en el sentido defensivo- era el mayor rasgo que exhibía la U en el campo de juego. El diseño ofensivo no era muy acabado (atacar con los carrileros, más la llegada de algún volante, para habilitar a la dupla de delanteros), pero las acciones de finalización fueron suficiente para acercarse al liderato. Sin embargo, cuando las fallas se hicieron repetidas en la última línea, ahí ocurrió el desmoronamiento.

En un equipo grande, cuatro derrotas consecutivas son una carga durísima. Ni imaginar si llega a sumar otra caída. Algo pasó atrás, en la defensa. Principalmente, esto tiene que ver con la falta de intensidad en el sector próximo al arco de Cristóbal Campos, la llamada zona de seguridad en la nomenclatura táctica más atrás en el tiempo. Hoy, la marcación de los azules perdió toda eficacia en el momento definitorio de la acción ofensiva rival. Resulta extraño en un bloque liderado por un trío de experimentados (Matías Zaldivia, Nery Domínguez y Luis Casanova), pero puede ocurrir en el fútbol.

Contra O’Higgins, esto llegó al paroxismo. La presencia de rancagüinos en el área de la U era escasa, pero como no estaban bajo control no tuvieron problemas para anotar. En el área penal, una de las formas de convertir la superioridad numérica en hegemonía posicional (estar correctamente ubicado para impedir la acción del oponente) consiste en visualizar y entrar en contacto defensivo con los atacantes rivales. Antes, la marcación era más estrecha, no había tanto espacio para la maniobra individual y menos para las finalizaciones. Actualmente, a los rivales les ha sobrado tiempo y espacio.

La mejoría exige un ajuste defensivo inmediato. Arriba alguna acción habrá para contar con chances de gol, pocas, escuálidas, pero opciones de anotar al fin. En esto último, el regreso de Leandro Fernández también puede ayudar. Luego de superar la infección respiratoria que lo tuvo al margen, el argentino volvió convertido en otro jugador, sin la presencia ni el riesgo que solía generar, principalmente por su gran capacidad de tiro. La expulsión de Nicolás Guerra le abre la posibilidad de reinsertarse en la titularidad y volver a ser el que era. Está bien, perfecto, pero atrás la cosa tiene que ser distinta.