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Lo que hizo a Claudio Bravo el mejor de la historia en Chile

“El que está afuera es mejor y cuando entre no va a salir más”, me dijo una vez Daniel Morón sobre Claudio Bravo cuando aún no debutaba en Colo Colo. Solo en el Monumental conocían quién era y la gran proyección que tenía, pero el resto sabíamos nomás que era el suplente de Eduardo Lobos. Partimos hablando con Morón de lo bien que Lobos despuntaba en el Cacique y cómo siendo tan joven ya era titular. Tangencialmente el tema fue el ignoto Claudio Bravo, pero la frase de Morón, quien entonces era el preparador de arqueros de Colo Colo, jamás la olvidé. Principalmente, por todo lo que hizo después el mejor arquero de la historia.

El lunes, Bravo anunció su retiro. Aunque se sabía que era una posibilidad porque pasaron los días y no se sabía nada sobre lo que iba a hacer, igualmente sorprendió el video que subió a redes sociales, comunicando su adiós. Se marchó a lo grande, actuando en una de las mejores cinco ligas del mundo y también en la titularidad de la Roja con un marco perfecto. Fue el capitán de la Selección contra Argentina, campeón del mundo vigente, y en la Copa América, un torneo que tendrá un valor simbólico para siempre en el fútbol chileno.

Mucho se ha hablado y también se hablará sobre el legado de Bravo. Más allá de los títulos alcanzados, de sus largos años en Europa y de las grandes gestas con la Roja, me quedó con el futbolista. Siempre las comparaciones son odiosas y, al final, terminan por ampliar las opiniones divergentes en lugar de llegar a un punto de encuentro. No obstante, en el ejercicio inútil de tener que comparar sí o sí, los atributos individuales de juego pueden ser lo único que permita intentar aclarar si alguno pudiera ser mejor que otro. Entonces, en el arco, Bravo indiscutiblemente es el número uno de todos los tiempos.

Revolucionó el puesto en Chile, a pesar de que actuó poco en el fútbol nacional. Qué bueno habría sido haberlo visto, al menos, una temporada en un club local. Existe un antes y un después con Bravo. Expandió la función de arquero, ajustándola plenamente a las exigencias actuales. Ya en 2003, cuando el nuevo perfil de guardameta se iniciaba en Europa y por acá solo había algunos esbozos conceptuales. Por algo, de inmediato partió al mejor fútbol del planeta, desarrolló toda su carrera allá y llegó a dos clubes del top 5 mundial, Barcelona y Manchester City.

¿Qué tenía Bravo? Primero, un gran nivel en estiradas, tomadas, blocajes y achiques. Lo indispensable para atajar con calidad en la portería, entregando seguridad en todo momento. Después, el juego aéreo era otro de los fundamentos en que sobresalía, aunque en la parte final de su etapa en España “salía” lo justo y necesario. No como en su gran momento en la Roja, llegando incluso bien lejos del arco. El juego con los pies fue lo que lo hizo conocido en el mundo entero. Su pegada de piso era precisa y de muy largo alcance. Lo mismo que el saque de volea. En las acciones de circulación baja del balón siempre fue un apoyo confiable, por variedad de recursos técnicos y lucidez para iniciar la construcción del ataque.

Por juego, un arquero completísimo. Se retiró el mejor de la historia del fútbol chileno.