Los amos de Chile

Veremos qué pasará ahora, después de otra asonada de los grupos delictuales que intervienen en el fútbol chileno, a modo de verdaderos amos de la actividad. En el estadio Ester Roa solo se pudo jugar hasta el minuto 31 el Clásico Universitario. Una lluvia de bombas de ruido y bengalas, que hirieron a varias personas, provocaron también la suspensión del partido. La sensación ahora es que, después del masivo acto criminal, de una vez por todas algo tiene que cambiar para transitar por sendas de mínima normalidad.

El problema es tan profundo que, para algunos, pasó a ser parte de la cultura futbolística. ¡Qué tremendo! Se instaló la idea de que los que están en las tribunas también son parte del espectáculo, como si ellos también jugaran. Una mentira absoluta, es una idea importada desde el exterior. Viven mirando hacia otros lugares, creyéndose iguales a los de allá, al punto de ser tan violentos (o tener el “aguante”) como en otros países.

Sí, hoy el fútbol es un negocio privado en Chile que mueve miles de millones de pesos. Sin embargo, tiene implicancias sociales profundas. Por lo tanto, el Estado debe estar presente en lo que se quiera hacer de aquí para adelante en busca de alguna solución. Debe dejar el palco en el que se encuentra observando cómo una actividad, con enorme significado cultural y social para millones de chilenos, va directo al abismo. Hoy, lograr ciertos mínimos de normalidad en el fútbol chileno pasó a ser parte de las urgencias.

Se ha echado de menos también una postura más nítida de los futbolistas en torno a todo lo que está sucediendo. Son los principales perjudicados si el negocio sigue yéndose a pique. No es una exageración, pero ya van décadas de que en algún instante su vida ha estado en peligro en el ejercicio de la función laboral. Lo que pasa es que después la cosa se tranquiliza y rápidamente nos olvidamos de todo. Sin embargo, los futbolistas tiene un poder enorme agrupados y deben hacerlo sentir. La seguridad en el trabajo es ahora tan relevante como recibir los sueldos cada 30 días.

Hay un gran problema, eso sí, en lo que podrían hacer las autoridades. Existen tantas cosas de mayor importancia por sobre legislar otra vez en torno a la violencia en el fútbol, que parecería una trivialidad concentrar esfuerzos del Estado en extinguir a las bandas delictuales. Sin embargo, definitivamente no hay más margen de espera. Lo que sucedió en el Clásico Universitario no puede volver a pasar y, aunque desgraciadamente es muy factible que sí se repita, siempre es preferible ser optimista. Tiene que ser un punto de inflexión para todos.