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Quinteros, ciclo terminado

Aunque la palabra sea odiada por futbolistas y entrenadores, nadie lo puede negar: Colo Colo fracasó. Estaba en el grupo más accesible de Copa Libertadores y no fue capaz de anotar un gol en el partido definitorio ante Deportivo Pereira, equipo debutante en el torneo continental. Y más encima jugando en casa. Lo de Gustavo Quinteros ya pasó a ser insostenible.

El entrenador armó mal el plantel de este año. Es cierto que perdió a figuras clave del 2022, pero eso es parte del fútbol. Le pasa a todos los clubes del mundo y parte de la función de un DT es planificar y buscar a los mejores reemplazantes. Él insistió una y otra vez con Leandro Benegas. Llegó a ser agotador con sus mensajes a través de la prensa. Se lo trajeron y ahora ya no lo pone.

También eligió a Darío Lezcano entre varias opciones y lo tuvo cortado gran parte del semestre. Hay responsabilidad de ambos jugadores, es cierto, pero si un entrenador opta por ellos y después los desecha, también tiene mucha culpa. Es fácil pedir, descartar y luego solicitar a otro. Así ha actuado Quinteros siempre, pero alguna vez hay que asumir los errores.

Y ambos ‘9′ son de recorrido. Con sus limitantes, no son dos ‘paquetes’. Benegas venía de hacer nueve goles en Independiente, un grande de Argentina, y Lezcano había anotado más de 30 tantos en cuatro torneos mexicanos. Si el entrenador no les ha sacado rendimiento o no los ha podido insertar en el equipo, también el problema es de él.

El DT albo, además, apuesta poco. Siempre hizo jugar a la dupla Pavez-Fuentes en el mediocampo, jugaran como jugaran. El primero piensa que ser capitán consiste en retar a los compañeros y reclamar todos los cobros, pero de la pelota se olvidó. Le hizo mal la jineta. Y el otro es un desorden total, sólo corre por todos lados.

En definitiva, Quinteros no ha potenciado a ninguno de sus pupilos. Siempre recalca que le dio chances a los juveniles, pero ninguno de ellos apareció por convicción, todos por emergencia. A Vicente Pizarro, por ejemplo, apenas pudo lo sacó. Con Daniel Gutiérrez, que había sido figura en el inicio de la Copa, pasó lo mismo. A Joan Cruz y Luciano Arriagada nunca le dio chances y nunca se ha sabido bien por qué. En contraste, sí le ha dado mil oportunidades a Agustín Bouzat y en todas ha quedado claro que es un jugador discretísimo. Pero sigue siendo inamovible.

Ahora aparecieron Alan Saldivia y Damián Pizarro y ambos terminaron siendo de los mejores. El primero era la última opción de la defensa para el DT y por sobre él estaba Ramiro González, por ejemplo, que en todo el semestre no ha podido rendir. Y el joven goleador, pese a sus imperdonables fallos frente al arco, es el futuro. Claro que se ha encontrado dentro de un equipo discreto que poco lo ayuda a anotar. Jeyson Rojas, un jugador muy limitado, y el propio Bouzat son los llamados a asistirlo desde las bandas, algo que no pasa casi nunca. Y desde más atrás debe nutrirlo Palacios, quien perdió toda la chispa que alguna vez tuvo. O Gil, que está lejos de su mejor versión.

No hay funcionamiento y en eso el único culpable es Quinteros. Desde hace mucho rato que el argentino-boliviano sólo se dedica a pedir jugadores, cortarlos y volver a pedir. Pero de trabajo, de variantes de juego, se ve poco. Siempre los equipos son iguales, los cambios son los mismos y los inamovibles siguen ahí, como si nada pasara. Y las excusas también se repiten. Es hora de partir de cero.