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Siempre pasa algo con Garin

En las últimas horas, Cristian Garin realizó un posteo en Instagram en el que denunció más de mil amenazas que recibió por mensaje privado y en sus publicaciones. Lo anterior se dio luego de perder en su debut en Río de Janeiro. Dicho acoso cibernético se ha normalizado y la ATP no toma cartas en el asunto, por lo que es seguro que en la siguiente derrota del nacional vuelvan a aparecer esos cobardes insultos anónimos.

Es lógico que a Garin le afecten aquellas situaciones, pero ante la impunidad que existe, la única solución pareciera ser que el chileno deje las redes sociales para evitar contaminarse del odio que se esparce por ese mundo. O como alternativa, tener una cuenta exclusiva para sus familiares y cercanos, gente que lo recargue de energía.

Pero hablando del juego, hay cosas de Garin que, tenísticamente, desconciertan. Ante Pedro Martínez Portero comenzó jugando con personalidad y mucha potencia. Su derecha demostraba soltura, por lo que podía desplazar por toda la cancha al español que, como buen arcillero, pelea todo. Fue así que no sorprendió ese inicio a favor del chileno con un sólido 4-1.

Sin embargo, esa confianza se esfumó de la nada. Cuando subió ligeramente su nivel el ibérico, ‘Gago’ se apagó y pasó a ser dominado completamente al punto que perdió un tie break por 7-0.

Lo llamativo es que el chileno pareció entregado ni bien comenzó el segundo set a pesar que Martínez le daba chances de seguir peleando. El partido siempre estuvo cerca, pero dio la sensación que el nacional no se lo creyó. ¿Cómo puede ser que en cosa de dos semanas haya pasado de arrasar en el tercer parcial al mismo oponente y luego sentirse inferior en unas condiciones donde hace unos años fue campeón? No encuentro una explicación lógica.

Hay dos caras muy marcadas en la versión 2023 de Garin. La derecha está corriendo mucho mejor, pareciéndose a la versión 2019 de la primera etapa con Andrés Schneiter, su actual entrenador. Incluso, da la sensación que hasta es más potente que ese año. Sin embargo, hoy el problema es el revés que, en la época más gloriosa de Garin en el Tour, era su mejor golpe.

Hoy las dudas son múltiples con ese tiro. Desapareció ese revés angulado y bajo que generaba aperturas para luego cerrar los puntos en la red. Lo que en la actualidad se ve son impactos que no suenan bien y errores no forzados poco habituales.

La sensación es que siempre pasa algo que va en contra de un progreso sostenido. Si recupera un tiro, pierde otro. Si gana un partidazo, al siguiente cae contra un jugador en picada como Joao Sousa. Son cosas que explican el porqué de su actualidad, muy lejana del 17 del mundo, que fue su mejor ranking.

Garin volvió a la raqueta que más réditos le dio, cambió de marca deportiva que lo viste y regresó con el entrenador que lo llevó a ganar cuatro de sus cinco títulos. Pero por ahora no hay caso. Afuera de la cancha lo ha intentado todo, pero es el momento de cambiar adentro.