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Yo fui dirigido por ‘Clavito’ Godoy

A mediados de 1989, Hernán ‘Clavito’ Godoy reemplazó a Francisco ‘Chamaco’ Valdés en la dirección técnica de Audax Italiano. No nos había ido bien en el torneo de apertura y se venía el comienzo del Campeonato Nacional de Segunda División, así que los dirigentes optaron por un cambio en la conducción. Todo el resto de esa temporada y durante la parte inicial de la siguiente, en 1990, estuvimos bajo el mando del histórico DT, quien hoy se encuentra complicado de salud.

Era bravo el hombre. Tenía un carácter fuerte en el día a día y también en la banca durante los partidos. Ay... a veces las charlas de entretiempo eran duras si el funcionamiento no era el esperado. Le gustaban los equipos intensos, agresivos en la marca, que todos corrieran y nadie flojeara. A través de los entrenamientos buscaba que esto se llevara siempre a la práctica. Para los juveniles de esa época, era toda una experiencia la que estábamos viviendo.

En los enojos, Clavito era volcánico, no se guardaba nada, siempre sincero y muy directo. Jamás chamullaba. Sin embargo, las rabietas eran cortas, muy breves y después volvía al rol de padre, de aguachar a los jugadores para que respondieran de mejor forma. “Hola, mijo”, te decía. “¿Cómo está la familia, mijo?”, te preguntaba en otras ocasiones.

Conocía a todos los rivales del Ascenso, uno por uno. La semana partía en el camarín con la formación en la pizarra del equipo oponente que íbamos a enfrentar. Los entrenamientos se iniciaban con una charla del profe en la que desmenuzaba -con lujo de detalles incluso hasta de la vida privada- a cada rival. Impajaritablemente, todos teníamos que estar a la 8:30 de la mañana para la alocución de Clavito, equipados y listos para la práctica. Muchas veces daban las 10 y la conversación seguía en el camarín.

Ese año, solo en la última fecha contra San Luis (triunfo por 1-0 en Quillota) nos salvamos de no disputar el partido por la permanencia en Segunda División ante General Velásquez. Pasamos raspando a la temporada 1990 y el profe siguió al mando del equipo. No nos fue bien en la primera parte del año y Clavito se tuvo que ir. Años después, aunque todavía en el Ascenso, lo volví a enfrentar con Audax cuando dirigió a Arica. Entonces, los camarines en el Carlos Dittborn eran contiguos y la charla del entretiempo al otro lado fue como las del profe cuando se enojaba. Creo que fue la única vez que lo tuve en contra.

Después, me volví a cruzar con él ya en el periodismo deportivo. En Las Últimas Noticias me tocó llamarlo varias veces para conocer sus impresiones en torno a un tema en particular. Era seco, como que olfateaba lo que la gente quería leer y las cuñas siempre resultaban perfectas. ¿Autocensura? Ninguna, cero, un reguero de frases y palabras con la sinceridad a mil.

La última vez que lo vi personalmente fue hace poco menos de una década. En los inicios de AS, lo contacté para un entrevista. Me acuerdo que nos juntamos en un negocio de abarrotes en el barrio Yungay y de ahí nos fuimos en taxi hasta la Plaza Brasil. En el corto trayecto me iba contando que estaba bien, intacto, que aún tenía ganas para dirigir. Remarcaba que estaba totalmente en sus cabales (no como varios técnicos de su generación, lamentablemente, según decía) para seguir en la banca. Después de eso, tuvo un paso breve por Santiago Morning y más tarde estuvo en San Marcos de Arica, cerrando su carrera.

Hernán ‘Clavito’ Godoy permanece internado en el hospital de La Florida, a causa de una infección provocada por una herida que no sanó nunca debido a la diabetes. Al parecer, otras complicaciones también tornan más difícil la situación. ¡Fuerza, profe! Siempre decía que quería jugadores valientes y temerarios. Ahora le toca a usted.