Isla termina con la angustia y Chile clasifica a semifinales
Un gol de Mauricio Isla, a 10 minutos del final, le dio a la Roja el paso al grupo de los cuatro mejores de la Copa América por primera vez en 16 años.
En una noche donde los aficionados locales pasaron de la angustia a la catarsis, Chile venció a Uruguay por 1-0 y se instaló en las semifinales de la Copa América por primera vez en 16 años.
La Roja tuvo un comienzo timorato, alimentado por los fantasmas históricos, que no eran pocos: desde 1983 que no vencía a Uruguay en la Copa América, la final de 1987 en Buenos Aires, además de la leyenda de la garra charrúa, los 15 títulos de ventaja de los orientales y varios etcéteras.
El equipo de Jorge Sampaolí tardó 25 minutos en sacudirse ese miedo escénico inicial y a partir de un zurdazo débil de Charles Aránguiz tras una notable jugada colectiva del mediocampo chileno, comenzó a aventurarse sobre la portería de Fernando Muslera.
En ese momento se encendió el vértigo rojo y se sucedieron las oportunidades: cabezazo desviado de Alexis, remate con rosca de propio Sánchez que se fue elevado, un venenoso tiro de Vidal que hizo que el portero uruguayo devolviera la pelota con puños hacia adelante.
En el segundo tiempo, el campo parecía estar ladeado hacia el sector sur. El ataque del equipo local era permanente y la pelota parecía ir por inercia hacia la portería del tablero marcador de goles. Pero Uruguay no estaba dormido y Rolán casi factura a los 53 minutos.
A los 63 minutos, un entrevero entre Gonzalo Jara y Edinson Cavani significó la segunda amarilla para el delantero charrúa y Uruguay quedó con 10 jugadores. El goleador del Paris Saint Germain estaba fuera de sí y las emprendió contra Jara, quien lo provocó con tocaciones poco dignas, y contra el árbitro brasileño Sandro Ricci antes de abandonar el campo.
Jorge Sampaoli quiso aprovechar la situación y envió a la cancha a Mauricio Pinilla y Matías Fernández. El delantero de la Atalanta, un 9 clásico de área, debía ser la competencia dura en el juego áreo para los eficientes Godín y Giménez. Fernández, en tanto, era un compañero en el abastecimiento para Valdivia.
Desde ese momento quedaba claro que lo de Uruguay era aguantar y apostar por el contragolpe o una jugada de pelota detenida. Y lo de Chile: atacar, atacar y atacar.
Mauricio Isla fue casi un puntero derecho clásico y desbordó cuantas veces quiso, pero no fueron muchas las ocasiones claras para la Roja. Quizás la más clara fue la de Alexis, quien la recibió en el punto penal, pero en vez de rematar intentó una gambeta que no funcionó.
Cuando parecía que la definición por penales era inminente, Mauricio Isla recibió la pelota de Valdivia fuera del área y la clavó con un tiro bajo en la portería de Muslera. Fue el alivio, la catársis de los 45 mil aficionados. Más que el gol en sí, era espantar esos fantasmas que tenían atemorizados a todos.
A tres minutos del final, Fucile se fue expulsado por falta a Sánchez y casi se arma una batalla campa. Los campeones defensores estaban completamente descontrolados. Giménez, de hecho, empujó al juez de línea, pero no recibió sanción.
Chile clasifica a semifinales de Copa América por primera vez desde la edición de Paraguay, en 1999. Confirma su favoritismo en el campo y logra torcer un destino que por momentos llegó a convertirse en una pesadilla.
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