A 20 años de la 'locura' de Jorge Castillo en Everton
Prometió convertir a Everton en el Boca de Chile. Pintó hasta al gato de la sede y contrató jugadores de renombre para ascender. Se derrumbó en un mes. Everton-Patriotas en vivo
Los problemas directivos en el fútbol chileno no son nuevos. No empezaron con Jadue ni terminarán con su partida. Pero lo que pasó en 1996 en Everton de Viña del Mar quedará para la posteridad como uno de los episodios más extraños del fútbol chileno, cuando Jorge Castillo, presidente de los ruleteros, contrató figuras, prometió la Copa Libertadores, pintó hasta al gato de la sede y en 34 días terminó interdicto dejando al club oro y cielo con una millonaria deuda.
Todo empezó a mediados de diciembre de 1995. Con Everton recién descendido, Jorge Castillo, empresario local encargado de la basura y dueño de una línea de micros en Viña, ganó las elecciones como presidente del club.
Pagó de su bolsillo los 50 millones de pesos que se le adeudaban al plantel ruletero y de inmediato dejó en claro que su plan era importante: quería ascender de inmediato, ganar el torneo de Primera División al año siguiente y en dos años como máximo, quedarse con la Copa Libertadores.
Varios se rieron. Castillo no. Se contactó con jugadores de renombre, titulares en Primera División, y los sedujo con importantes sueldos similares a los que en esos años pagaban los tres grandes de Santiago.
Fue así como en la sede del club, en pleno enero, y con trajes que él mismo compró, presentó a Jaime Pizarro, Gustavo De Luca, Juan Carlos Ibáñez, José Daniel Morón, Francisco Hörmann y Marcelo Fracchia. Todos futbolistas con trayectoria y que dirigidos por Leonardo Véliz, llevarían a Everton de vuelta a Primera División, como lo prometió Castillo.
"Castillo me contactó directamente. Lo escuché y tenía buenas ideas. Firmé contrato y estaba todo en regla. Empezamos la pretemporada y ahí todo se puso raro. Quería hacer un partido y traer a Carlos Valderrama para que jugara como exhibición, pero en realidad tenía la intención de ficharlo", recuerda Véliz.
El partido nunca se materializó. En rigor nada se materializó. Mientras la prensa hablaba más del nuevo rey midas del fútbol chileno que del Festival de Viña, Castillo y su cuadrilla de pintores formados por barristas de Everton, pintaban de azul y amarillo todo lo que podían en la ciudad.
Calles, postes, micros, escaleras, la sede, los muebles del recinto que eran antigüedades de más de 50 años, y hasta el gato sufrieron las consecuencias. En paralelo, Castillo anunciaba que transformaría Sausalito en la nueva Bombonera y que las camisetas de Everton serían más lindas que las del cuadro argentino, "con una gaviota en el pecho, yo mismo las voy a diseñar".
"Todo se complicó cuando empezó a pintar. Contrató a jóvenes de una barra local y después ellos me contaban que mientras pintaban, Castillo hacía de guaripola con un palo de escoba. Decía que siempre había querido ser guaripola, pero que nunca lo dejaron por ser pequeño", recuerda el ex técnico de la Sub 17 en 1993 en Japón.
"Tenía un Vitara, un jeep, y como vio que todos los presidentes de clubes llegaban en autos caros, se 'encalilló' en un BMW. A los días tuvo que devolverlo", agrega Véliz.
Presentados en el circo
Marcelo Fracchia fue el segundo que aceptó el llamado de Castillo, convencido por Morón, compañero hasta ese momento en Colo Colo. Al teléfono desde Estados Unidos donde vive, el uruguayo, repasa cómo fueron los 25 días más extraños de su carrera.
"Cada jugador aceptaba en la medida que otros aceptaran. La idea era muy buena y cuando llegabas a Viña del Mar te dabas cuenta del fenómeno que había. Era un personaje llamativo, muy hábil para tratarnos", apunta Fracchia, que recuerda uno de los episodios más singulares de ese verano.
"Estábamos en la pretemporada y llegó Castillo a Villa Alemana donde entrenábamos y concentrábamos. Nos subió a todos los refuerzos a un camioneta y nos llevó a uno de los circos que estaban en Viña, en el Marga Marga. Detuvo la función y nos presentó como el nuevo Everton. Una locura", rememora el ex volante charrúa.
Pero todo comenzó a derrumbarse el 16 de enero. Jorge Castillo, en conversación radial con Sergio Livingstone, anunció que despedirá a Leonardo Véliz y que tiene listo a Jorge Garcés. Horas más tarde, denunció que alguien lo suplantó.
"Un día me llamó para decirme que me echaba. Le dije que perfecto, que viniera personalmente a decírmelo, pero jamás llegó. Ahí desapareció y no supimos más", cuenta Véliz.
Castillo fue internado en la Clínica Betania de Viña del Mar por un cuadro psicótico. Renunció su vicepresidente y el 19 de enero asumió Rolando Santelices, que recibió el club con una deuda de 450 millones de pesos. Finalizaba la aventura de un mes y cinco días de Jorge Castillo.
Poco se supo de Castillo en los años siguientes. Tuvo problemas con la justicia (ver recuadro) y hoy, como cuenta el 'Pollo' Véliz, "lo veo a veces en Reñaca. Creo que vive en unos edificios frente al McDonalds. Cuando me ve me saluda y sigue su camino con una bolsa en la mano".