Charles Aránguiz, el hombre encantador
Siete meses tuvieron que pasar para que Charles Aránguiz fuera incluido nuevamente en una convocatoria del Bayer Leverkusen. En agosto del año pasado, luego de haber estado solamente en la banca de su nuevo equipo, cayó desplomado en un entrenamiento en Alemania. La noticia era desastroza: ruptura total del tendón de Aquiles de la pierna izquierda y una extensa recuperación por delante.
El puentealtino había recalado en Leverkusen proveniente del Internacional de Porto Alegre, donde en 2014 y 2015 no tuvo ningún problema para mostrar su calidad. Sin embargo, el empujón final hacia la Bundesliga, a cambio de 14 millones de dólares, sin duda que lo obtuvo en la Copa América. El mediocampista fue el mejor de todos, encantó con su juego cerebral y cada partido que disputó fue una lección de cómo se debe actuar en el fútbol presente.
No es mucho el material que dejó Marcelo Bielsa en su paso por Chile. Por lo mismo, sorprendió que una parte de esta documentación terminara en el cauce del río Maipo, seguramente en el momento de mayor extravío en la ANFP bajo la conducción de Sergio Jadue.
Sin embargo, buceando en Youtube, se puede dar con algunas charlas del DT argentino. En particular, con una conferencia que dio en Valparaíso, donde define qué significa jugar bien al fútbol. Aquello que con tan serena habitualidad realiza Aránguiz.
"Jugar bien es resolver los problemas que plantea el juego", sostiene el ex entrenador de la Roja en el video en cuestión. Tal vez, puede aparecer como un juicio no muy elaborado. Pero en el contexto de un país "pichanguero" como el nuestro, posee el mérito de conceptualizar al fútbol en su única naturaleza: la de un deporte esencialmente táctico, tal como son todas las disciplinas de colaboración y oposición.
Por cómo actúa en la cancha y en vista de las respuestas que va generando frente a cada uno de los requerimientos situacionales del juego, Aránguiz exhibe un máster en este aspecto. La mayoría de sus acciones son adaptaciones eficaces al entorno y es por eso que genera la imagen de que todo lo hace en forma simple.
Un ejemplo diáfano de la Copa América. La ubicación permanente de Aránguiz en el torneo fue como volante derecho en el contexto de un mediocampo en rombo. Al no haber un centrodelantero definido y como la generación de juego era potente por la izquierda, la diagonal del volante hacia el centro del área fue una constante, acompañando todas las maniobras.
Otra muestra del mismo torneo. Por temperamento y forma de sentir el fútbol, Arturo Vidal suele perder el puesto y desdoblarse en ofensiva. No es malo el asunto si el equipo ataca de manera constante. Sin embargo, ante una transición ofensiva rápida del rival esto puede resultar nefasto. Tan así no fue en los duelos de la Roja en el Nacional, porque Aránguiz realizaba siempre el recorrido hacia atrás justo para acompañar a Marcelo Díaz, retardar los avances y permitir la recomposición defensiva de la selección. El asunto no era seguir la pelota, sino que ocupar la zona justa para desactivar temporalmente el ataque oponente.
No caben dudas de que la variedad de recursos tácticos que posee el mediocampista de la Roja lo hará triunfar en Alemania. Encantó con su compleja simplicidad en la U de Jorge Sampaoli, también en Internacional de Porto Alegre, actuando como segundo volante central, y sobre todo en la Copa América. Sucede que acá solemos interesarnos más en los componentes estéticos del fútbol y no tanto en lo realmente trascendente: resolver los problemas que plantea el juego. Cosa en la que Aránguiz se luce.