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Liderar en la resiliencia

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Todos los seres humanos han vivido experiencias límites. Cada uno en un contexto y situación. Mirado así, todos tendríamos algún grado de resiliencia en nuestras vidas. Pero hay resiliencias más impactantes que otras, unas más determinantes que otras y algunas que son más permanentes, donde la persona debe seguir lidiando toda su vida con el entorno para salir adelante.

Pero la resiliencia más fuerte y más habitual es la de la pobreza. Ahí deben sobrepasarse no solo los límites propios, sino que además romper un circulo alrededor que muchas veces es desfavorable y que evita que la persona, a pesar de su esfuerzo personal y de las oportunidades que se le presenten, salga de su condición.

Por ello es muy interesante la historia de resiliencia que hay detrás del nuevo técnico de la U, Guillermo Hoyos. Una historia ligada a la pobreza donde tempranamente, tras la muerte de su padre, tuvo que asumir labores menores para generar dinero como vender diarios, ser lustrabotas, abrir puertas para los pasajeros de taxis, según él mismo contó.

La resiliencia, un concepto importado desde la metalurgia, que alude a la característica de un metal de perder sus propiedades momentáneamente por la acción del calor y luego retomarla, es una situación que en general puede producir efectos positivos, al hacer a las personas más fuerte frente a los desafíos y los problemas. Hoyos relata su experiencia personal como una verdadera “bendición, por que realmente te va nutriendo”. Una resiliencia así permite desarrollar numerosas habilidades en la vida.

Pero también algunos estudios dan cuenta de los efectos negativos de la resiliencia. Cuando una persona ha sido capaz de desarrollar estrategias adaptativas y sobreponerse a experiencias traumáticas, puede sobreestimar su fortaleza, exigirse más de las posibilidades y sentir que puede salir adelante en cualquier situación. Enfrentan todas las cosas y dicen: “Yo me la puedo”.

Todo tiene su límite. Cada nuevo desafío es un desgaste para el organismo y se puede ir acumulando. Entonces, ¿en qué radica la diferencia entre quienes muestran resiliencia y quienes no? No solamente el número de episodios negativos que se experimenten, sino también la forma en que se enfrentan los problemas. Y esta es justamente la preocupación que puede haber en el nuevo proceso de la “U”. Si un entrenador con rasgos de resiliencia será capaz de liderar a este equipo no solo dentro de la cancha, sino también en la búsqueda de la resiliencia colectiva que les permita superar las dificultades que el equipo arrastra desde hace varios meses. Esa es la pregunta.