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La importancia de llamarse Messi

La importancia de llamarse Messi
VINCENT WESTREUTERS

El árbitro del partido Sandro Ricci, a insinuación del juez de línea Dawson Silva, cobró falta de Lionel Messi sobre Jean Beausejour. El astro argentino, visiblemente molesto, las emprendió contra el asistente brasileño

-“Tomátela, la concha de tu madre. Tomátela”, le dijo.

Este viernes 5 de mayo del 2017 nos enteramos que para la FIFA eso no es un insulto. O al menos no merece sanción.

Resolución Impresentable. Y sospechosa. Muy sospechosa.

El informe del juez brasileño no incluía el oprobio del rosarino a uno de sus asistentes. Eso ya era extraño. Muy extraño porque en general los árbitros y sobre todo los jueces FIFA, realizan un informe ultra detallado de las incidencias del partido. Incluso redactan de manera textual los insultos que reciben y describen con suma precisión los gestos de los jugadores y entrenadores. Pero Ricci no dijo ni escribió nada.

Inicialmente Messi no fue sancionado por este concepto, pero después, en vista de las pruebas evidentes, considerando las imágenes de televisión y las versiones de testigos, fue castigado. No daba espacio para la duda. El 10 fue penalizado solo horas antes de que su equipo enfrentara a Bolivia con cuatro fechas de sanción.

Las posteriores explicaciones de Messi fueron irrisorias. Primero dijo que no hubo insulto. Falso. Después argumento que lanzó la grosería al aire. Falso. Después aseveró que esa expresión (tomátela, la concha de tu madre), era considerada una expresión positiva en su país. Para reír a carcajadas.

Argentina hizo lo que debía hacer. Apeló. El mejor jugador del mundo jamás ofreció disculpas. Y no asistió a la FIFA cuando fue invitado a comparecer. Así y todo fue absuelto, liberado. Casi le pidieron perdón por el error cometido. No se descarta una indemnización por el perjuicio moral. El motivo jurídico de esta decisión es que no había elementos de prueba suficientes para corroborar la insolencia.

Pero todos sabemos que no es así.

Los reales motivos de su absolución son claros. A cuatro fechas del final y con nuevo entrenador (Jorge Sampaoli), la FIFA vio con terror la opción de que la albiceleste quedara fuera del Mundial. Y Rusia 2018 sin Messi no es negocio para nadie. Así de simple. Así de corto. El mejor futbolista del mundo tiene que estar en el mejor torneo del mundo, sobre todo cuando ésta puede ser la última gran oportunidad para demostrar en Mundiales su enorme calidad.

Ahora se puede esperar cualquier cosa. No es descartable que se revitalice la apelación de Bolivia por los puntos perdidos ante Chile y Paraguay, dos rivales directos de Argentina en la clasificación. Y ojo con los arbitrajes en las últimas cuatro fechas. Atento a las presiones, las designaciones, las tarjetas, las expulsiones y los desempeños de los árbitros en lo que resta de clasificatoria.

La FIFA acaba de anunciar que Messi tiene que ir al Mundial sí o sí. Una ayuda que ni el zurdo ni Argentina necesitan. Como escribí en este mismo sitio hace muchos meses, soy de los que creen que Argentina igual clasifica al Mundial y es candidato a ganarlo. Porque tiene enormes futbolistas. Porque cuenta con el mejor de todos. Y porque ahora tendrá un entrenador que le sacará el mejor rendimiento a ese plantel.

Si fuera otro futbolista, de cualquier otra selección sudamericana, la sanción no se tocaba. En el mejor de los casos, se reducía un par de partidos. Pero no solo eso, si el sancionado era Gabriel Mercado, Marco Rojo, Lucas Biglia, Ezequiel Lavezzi, Sergio Romero, Gonzalo Higuaín u otro futbolista trasandino, habría sido castigado. Porque en el fútbol mundial, en las ligas locales, en el colegio o en las pichangas de amigos, si tú le sacar la madre a un árbitro, recibirás una sanción. Como debe ser.

No soy amigo de las teorías conspirativas. No creo en el complot. Pero esta decisión de la FIFA me hace dudar de mi extrema inocencia y candidez.