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La Roja

A Bravo le tocó sufrir mucho antes de poder festejar

El capitán se perdió los dos primeros partidos y estaba casi descartado de la Copa Confederaciones. Se recuperó en tiempo récord y llegó a convertirse en un superhéroe.

San PetersburgoActualizado a
A Bravo le tocó sufrir mucho antes de poder festejar

La vida de los arqueros tiene más tristezas que alegrías. Y Claudio Bravo, quien vive un momento glorioso, sublime, sobrenatural, hace 10 días vivía en la incertidumbre y la tristeza.

El capitán de la selección chilena no podía jugar en la Copa Confederaciones debido a una rebelde lesión, un desgarro en el gemelo derecho que se negaba a sanar. Al llegar a Rusia le seguía molestando. Llevaba más de 40 días sin poder entrenar y cuando lo hacía, temía que el asunto recrudeciera. Con ello se perdía la Copa y el inicio de la temporada en la Premier League.

Bravo, puntal del equipo en los títulos de Copa América, se quedaba afuera. Y no solo en el primer partido, si no que también en el segundo. Ahí comenzaron las dudas. Para varios era casi imposible que jugara en la Copa. Pero él seguía allí, con el grupo. Tal vez no estaba atajando ni con el trabajo del resto de sus compañeros, pero su pega era otra: aglutinar y liderar al grupo, como lo ha hecho en todos estos años.

Cuando estaba por llegar a los 50 días de inactividad, pudo volver a entrenar. Con cuidado especial el primer día y desde el segundo, normalmente. La duda era si en tres días se podía poner en forma. Juan Antonio Pizzi no lo dudó: "Jugadores de este nivel y categoría no necesitan de más tiempo". La práctica del sábado en FC Strogino fue dura. Lo exigieron al máximo y respondió. Y lo envió al campo en el partido contra Australia, quizás el más bajo de la Roja en todo el torneo, y actuó sin problemas.

Bravo lucía barba de ermitaño hasta ese momento. Ante Portugal apareció como es habitual, sin el peso de los pelos ni de la angustia por lesionarse. A los seis minutos tuvo una atajada magistral ante André Silva, un achique que cambio la historia. No hubo mucho más. Un zurdazo fuerte de Cristiano, en el segundo tiempo, que no le dobló las manos.

Y llegó a los penales. La historia que todos conocen. Todos los arqueron se van felices cuando atajan uno; pletóricos cuando son dos. ¿Pero tres? Suena a ciencia ficción, a la proeza de un super héroe. Así volvió Bravo. Y Chile está en una nueva final.