Movimientos de Alexis y Vidal descolocaron a los peruanos

Un leve manto de duda en torno al real momento de la Roja se había instalado luego de los amistosos disputados en Estados Unidos, contra México y Haití. No por los resultados, sino por la propuesta táctica esbozada por Jorge Sampaoli, sobre todo ante el seleccionado azteca, cuando lanzó a la cancha a tan solo un atacante: Alexis Sánchez, quien estuvo escoltado por un batallón de seis volantes. Con tanta gente en la mitad de la cancha, el equipo perdió la presión en la salida, sello distintivo de las oncenas de Sampaoli, y se tornó en un cuadro que esperó a su oponente más cerca de su arco, sin explosividad para salir y ocupar los espacios disponibles arriba.

Sin embargo, contra Perú, en Valparaíso, el panorama fue muy distinto y más cercano a la identidad táctica que retrata al bielsista Sampaoli. Sánchez y Alexis, apoyados desde atrás por Arturo Vidal, se adelantaron siempre para encimar la salida de Perú. Entregados a la causa, el tridente de presión alta no tenía ni que mirar hacia atrás, porque Marcelo Díaz y Charles Aránguiz (sobre todo este último) jamás se movieron de las proximidades del círculo central, apuntalando el esfuerzo supremo de los que intentaban recuperar la pelota ante los defensas incaicos.

Todo fue distinto con el balón en su poder, lo que ocurrió la mayor parte del tiempo, puesto que Perú esperó bien atrás, tras constatar las ansias de los chilenos por no dejarlos jugar. La Roja abrió la cancha como siempre, con Mauricio Isla y Jean Beasejour pegados a las líneas laterales. El primero fue más peligroso, pues avanzó siempre por la orilla, hiriendo permanente a la retaguardia peruana. El rival detectó esta variante ofensiva y puso a Juan Manuel Vargas en la tarea de controlarlo, pero después el hombre de Fiorentina fue reemplazado y el chileno tuvo vía libre para sus incursiones.

Sin embargo, en el ataque estuvo lo mejor. El tridente Alexis-Vargas-Vidal interactuó en una dinámica que destruyó a la defensa peruana en el eje del terreno de juego. Sánchez se retrasó permanentemente, cosa que no es nueva si se recuerdan con detalle los duelos anteriores, para habilitar con precisión a los posicionados arriba, quienes fueron vitales en todo esto. Efectivamente, porque Vidal, que ha llevado a mayores límites su riqueza táctica en Italia, ocupó el lugar de Alexis. Así, en maniobras puntuales, como las de mayor riesgo en el área rival, el volante de Juventus esperó el balón como un delantero más, desacomodando zagueros. Esta situación le permitió a Vargas ocupar los espacios libres en el frontis del arco oponente y anotar con comodidad. En esta triple interacción, Chile sustentó un triunfo ampliamente justo, que pudo y debió ser mayor.