La contramufa
En la previa de un Superclásico reaparece uno de los elementos más anecdóticos del folcklor futbolero: la contramufa. Tan potente es que consigue que el hincha más fanático que pueda existir, pierda absolutamente la fe en su equipo.
¿Cómo? Tal como lo lee. No es un tema de abrupta falta devoción ni de pérdida repentina de las convicciones. Los supersticiosos futbolistas, esos que no tocan la copa antes de entrar a la final, que pisan la cancha primero con el pie derecho o que juegan todo el año con la misma prenda ropa interior (por cierto que la lavan), le traspasaron eso a los hinchas.
La consigna es evitar la mufa. Por lo tanto, está absolutamente prohibido sentirse favorito. Desde los tiempos de Muhammad Alí que un deportista no dice abiertamente que es el favorito y que lo va a ganar todo.
¿Cómo se ataca la mufa? Simple: con la contramufa. Un ex técnico del Cacique tenía una receta peculiar: se metía la mano al bolsillo para tocarse un testículo cuando le deseaban suerte. Mis amigos, menos ortodoxos, tienen otras fórmulas: los colocolinos dicen que los cinco puntos de ventaja de la U son irremontables; los chunchos, que si ni siquiera el gran equipo que dirigía Jorge Sampaoli pudo ganar en Macul.
¿Ante un escenario tan adverso, el empate es buen negocio? No. Nadie quedará conforme.
Suena ilógico, absurdo, pero es así. Es la contramufa.