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Poco deferente ha sido Luis Enrique para comentar el récord de imbatibilidad de Claudio Bravo en Barcelona. Cada vez que se le preguntó por la performance del capitán de la Roja, sus respuestas fueron escuetas, parcas y, por lo general, derivaron a un reconocimiento a la labor defensiva del equipo. No le costaba nada hacer un gesto, un guiño al arquero recién llegado y que él mismo pidió a los dirigentes. Sabemos que Ter Stegen fue fichado por Andoni Zubizarreta, actual director deportivo el cuadro culé.

Quizás es su estilo, tal vez se aburrió de la consulta reiterada de los corresponsales chilenos o, en una de esas, piensa que Bravo sólo ha hecho su trabajo. Da lo mismo. Luis Enrique, es el técnico, tiene el sartén por el mango y el equipo viene ganando. Bravo no es Messi. El rosarino tiene un trato preferente, rehusó ser sustituido en el partido frente al Eibar y obligó al DT a cambiar a Neymar y luego bajarle el perfil a la situación.

Este sábado, en el clásico español, Bravo tendrá una prueba de fuego para su marca de ocho partidos y 720 minutos invicto: visitará el Santiago Bernabéu, un estadio donde en cuatro partidos con la camiseta de la Real Sociedad recibió 18 goles. Estadística demoledora.

El portero chileno ha jugado en nueve ocasiones contra el Real Madrid y nunca ganó. Empató una y perdió las ocho restantes, encajando 30 goles con un promedio de 3.33 tantos por partido. No es todo. Cristiano Ronaldo le ha marcado nueve goles y la última vez le anotó un triplete.

En defensa de Bravo, y siendo fiel a los hechos, consignemos que en la mayoría de esos nueve partidos el ex arquero de Colo Colo fue figura y evitó que le llenaran aún más la canasta. No es fácil cuando enfrente está uno de los mejores equipos del mundo y debes sortear, al menos, una decena de ocasiones claras de gol.

Ahora, el contexto es otro. Bravo ataja en el Barcelona y está mucho más resguardado. Su equipo probablemente prevalecerá a la hora de tener la pelota y, aunque de seguro tendrá trabajo, no lo van a agarrar a pelotazos como cuando defendía al cuadro vasco. Ahí radica el desafío. Intervenir lo menos posible, sin errores, y mantener el arco en cero. Si lo consigue, no sólo no sería sorpresa por su enorme calidad sino que tendría una pequeña revancha ante el cuadro merengue. Capaz que entonces Luis Enrique le reserve algunos elogios.