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Cinco finales

Nos pusimos todos pragmáticos. El campeonato entra en la recta final y prendemos la calculadora y empezamos a sacar cuentas de lo que nos conviene para tocar el cielo o escapar del infierno. Nada de jugar bonito y dar espectáculo. Lo que vale ahora es sumar tres puntos como sea más que salir entre aplausos, sin olvidar completamente el orgullo de dejar el alma en la cancha.

Mis hermanos mayores, audinos de toda la vida, hoy en zona de descenso, saben lo que es bailar con la fea. Y los chunchos viejos como yo también. Lo que pasa es que el pueblo azul se mal acostumbró desde hace ya un buen tiempo a navegar en las aguas del éxito y la victoria, y no estoy tan seguro de si eso a la larga nos ha hecho finalmente más felices.

Después del ciclo Sampaoli, breve, intenso y demasiado bueno, sospechábamos que vendría el bajón. Y así no más fue. Darío Franco, el Fantasma Figueroa y Relojito Romero fueron las tres cuerdas de un trompo cucarro que no funcionó. Hasta que apareció el Machete Lasarte en la banca y el plantel se renovó con mejor criterio y aquí estamos, sufriendo de puro pensar que quedan cinco fechas de infarto pero que hay fútbol y equipo para aspirar a levantar la copa.

Ahora, si alguien sacó cuentas alegres y pensó hace dos semanas que el campeonato se iba a decidir a favor de la U en el Superclásico del Monumental, se olvidó de Wanderers y de que Colo Colo es un equipo más frío y más calculador que la U, y por lo mismo muy peligroso en esta fase decisiva del torneo. Los del Cacique saben mejor que nadie que cada nueva final exige su propio plan de trabajo, y en ese tramado les importa un rábano el modo en que le dan en el gusto a sus hinchas.

¿Por qué nos ponemos tan pragmáticos los hinchas en esta fase del campeonato cuando empujamos con nuestro aliento para que nuestro equipo levante la copa? Los jugadores dejan el alma en la cancha, queremos creer. Y nosotros los hinchas, ¿qué aportamos cuando el torneo empieza a arder por los cuatro costados?