Ediciones
ADN RadioConcierto Radio
Resultados
Síguenos en
Hola

Análisis Táctico

Lasarte fue un ajedrecista para mover las piezas azules

Con menos ausencias que ante Colo Colo, el entrenador de la U armó un equipo con nuevos hombres y movimientos internos muy productivos.

Osvaldo González fue el único que mantuvo su posición en la defensa de Universidad de Chile.
Marcelo Hernandez/PhotosportPhotosport

“En el fútbol no hay nada estático, nada es eterno”, comentó el entrenador Martín Lasarte tras el triunfo de la U en el clásico. Sencillas, las palabras no revisten mucha novedad en el mundo del fútbol, pero retratan a cabalidad la impronta con que el uruguayo afrontó el duelo contra la U. El charrúa percibía que su equipo precisaba dar una prueba de valor en el Estadio Nacional y, cosa extraña a veces en esta situación, optó por la innovación en lugar de aferrarse a elementos que antes le dieron réditos.

Lasarte movió casi toda la defensa y solo Osvaldo González mantuvo su puesto en relación línea de cuatro estable durante todo el Apertura. Los laterales fueron toda una novedad y la apuesta funcionó, porque con Paulo Magalhaes y José Rojas obtuvo plena seguridad defensiva y, en ataque, apariciones esporádicas y profundas. Pleno acierto, ya que el partido precisaba ese comportamiento de los marcadores de punta. En el centro, Cristián Suárez se acopló de buena manera con González, aportando rendimiento superior en el juego aéreo, detalle no menor estimando que la UC iba a atacar con centros a Ramiro Costa.

Gustavo Lorenzetti, Ricardo Guzmán Pereira y Mathías Corujo le dieron otra identidad al mediocampo azul y contribuyeron también a aumentar su productividad para alimentar a los delanteros. Corujo en la derecha, Guzmán Pereira en el centro y Lorenzetti por la izquierda, se repartieron eficazmente el terreno de juego para defender, distribuyeron con simpleza el balón y no se restaron del despliegue amplio que requería la situación. Una línea de volantes inédita, que se perfila como la fórmula adecuada para soslayar las ausencias de Sebastián Martínez y Gonzalo Espinoza.

Tomás Costa les batalló con bravura a los mediocampistas azules y solo por momentos Fernando Cordero se sumó a la tarea que realizaba el argentino. Al espigado volante central cruzado le faltó gente que lo acompañara en su tarea, porque además Michael Ríos no cuajó nunca en la dinámica del partido. Aun así, los cruzados equilibraron las acciones en la mitad de la cancha, generaron fútbol y tuvieron chances para marcar. Esto se explica, porque una de las fortalezas de Costa la constituye precisamente el juego largo. Así no tuvo problemas en saltarse a los otros volantes para conectarse directamente con los delanteros y empujar desde atrás.

Al final, el partido se resolvió por la mayor capacidad de conversión de los azules. Los tres atacantes de la U (Sebastián Ubilla, Gustavo Canales y Patricio Rubio) tuvieron más precisión y, cosa trascendental en el fútbol, enviaron el balón al interior del arco. El primer gol fue un indicio de lo que vendría después: la pelota terminó dentro de la portería de la UC, a segundos del inicio, cuando parecía que solo se trataba de un rebote suelto en el borde superior del área penal. Los azules no tuvieron más llegadas que su rival, pero a diferencia de la UC contaron con una defensa que no flaqueó en el intento final por alejar el peligro. En las jugadas puntuales que significaron los goles de la U, a los defensores cruzados les faltó un desarrollo total de la conciencia de que en esa pelota se iba la vida y los laureles por el triunfo en el clásico.