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Mouat

No te enojes, Machete

 Se cabreó Machete Lasarte en la conferencia de prensa de ayer. Ofuscado con una pregunta que volvía sobre aquellos tiempos en que dirigiendo a Católica no pudo abrochar un título de campeón, el técnico de la U sintió que le volvían a refregar una herida que imagino ya considera es parte de su pasado, en vez de reparar en todo lo bueno que ha hecho su nuevo equipo en esta temporada.

No tendría que haberse mosqueado tanto, en rigor, pero bueno, uno nunca sabe qué estaba sucediendo en ese momento en su interior que lo sacó de sus casillas.

Así que escribo estas líneas para detenerme no en su enojo, sino en su trabajo como jefe técnico de la U y en el lenguaje con que suele referirse al fútbol nuestro de cada día.

Cuando terminaba de escribir Soy de la U, y padecíamos en la banca azul al Fantasma Figueroa, me costaba entender cómo en tan poco tiempo la U había descendido al infierno. Y el tema no era que jugáramos mal, que es algo que le pasa a cualquier equipo, sino cómo se había degradado el ambiente al interior del equipo al punto que lo logrado con Sampaoli parecía tan lejano, cuando en realidad no había ni transcurrido un año y medio.

Lo mejor que le pudo pasar a la U fue que llegara un técnico como Martín Machete Lasarte. Y aun cuando faltan tres fechas y la opción de la U de levantar la copa es más que real y no conseguir el título sería visto por muchos como un gran fracaso, para mí estaría lejos de serlo. Si la U no logra el objetivo, lo lamentaremos, por supuesto, porque el esfuerzo del plantel siempre querrá verse reflejado con un logro deportivo, pero yo sería de los primeros en ir a decirle a Machete que se quede en la U por muchos años. Hace falta convicción en estos tiempos. Y él la tiene: en ciertos valores, en una manera de trabajar que ponga el acento en aquello que todavía es noble dentro del juego, en la capacidad de conducir a un grupo donde los egos no son fáciles de neutralizar y donde el liderazgo se conquista día a día. Si finalmente sales campeón o no, no es lo más importante. En mi modesta opinión, el camino es la meta.