Gesto de grandeza

En esta misma tribuna, Francisco Mouat reflexionaba ayer sobre el tema de los premios mal repartidos y decía que “no es ninguna tragedia reconocer cuando has tomado una mala decisión”.

Hoy el capitán Claudio Bravo ofreció disculpas y comunicó que decidieron solucionar la “ingrata situación”. ¿Punto final del problema? Posiblemente.

Pero más que analizar si fue necesario que el gran peso de la opinión pública los ayudara a cambiar la decisión, hay que resaltar el gesto. Ese de pedir disculpas y reconocer el error. Algo sencillo para muchos, pero muy complejo para otros.

Bravo y los que tenían más de seis citaciones comprendieron que el error está dentro de lo posible. Que nos está permitido fallar. Los ídolos también son humanos.

¿Qué hacer ahora? Primero, festejar que aquel valor que los futbolistas enarbolaron históricamente, el de la solidaridad gremial, fue recompuesto. Que las trizaduras del jarrón se pegaron con Poxipol es algo que da lo mismo a estas alturas.

Segundo, analizar ¿qué diablos fue lo que pasó? Averiguar quién fue el “genio” que los asesoró en esta repartija. Y, por cierto, no darle más bola. Esa es una de las tantas lecciones a seguir.