Verdes como los pinos
Santiago Wanderers le ganó a Colo Colo por 2-0 en un emocionante partido a estadio lleno en Valparaíso. Venció a uno de los punteros sobre la hora, lo superó en la tabla, pero no fue suficiente para ser campeón, porque momentos antes había anotado la U ante Unión La Calera en el Nacional. Los azules se quedaban con la corona... por un punto de diferencia.
Extraordinario lo de Wanderers, aunque no se lleve la cuarta copa de su historia a las vitrinas de la sede en la avenida Independencia. ¿Victoria moral? De ninguna manera.
Los porteños demostraron una vez más que son grandes entre los grandes. Y no sólo por ganarle a Colo Colo, a quien desde los tiempos del Cacharro Garrido le han complicado la vida en Playa Ancha.
En este torneo, Santiago Wanderers ha venido a confirmar un cuento que a algunos porteños les cuesta creerse: que están dentro de los cuatro grandes del fútbol chileno.
Son uno de los pocos equipos que hace sentir a la U y a Colo Colo como visita, tiene seguidores extraordinariamente fieles, que pintan sus casas de verde e izan la bandera del club para que flamee en los mástiles de sus viviendas todos los días del año. Tienen una historia rica y que sus hinchas valoran. ¿O acaso creen que existe algún wanderino que no sepa quiénes fueron los Panzers, Raúl Sánchez, Vicente Cantatore, Juan Olivares o Moisés Villarroel?
La arenga del capitán Jorge Ormeño, basada en los mártires del terrible incendio de abril pasado, es conmovedora. Pero los wanderinos, que son verdes como los pinos, tienen muchos más argumentos para sentirse orgullosos de sus colores.
Representan a una de la dos ciudades más lindas de este país, una que es Patrimonio de la Humanidad, quizá la más mística de nuestro mapa. Y quizás, también, una de las más sufridas.
El pan batido posiblemente no esté más crujiente mañana, pero el Decano es grande. Siempre lo ha sido. Igual que su gente.