Mouat
El Profesor Chandía
Siempre me gustó como árbitro Carlos Chandía. Celebré incluso sus salidas de libreto, como cuando no se contuvo de aplaudir un golazo de chilena del entonces delantero de Rangers Gastón Cellerino junto con pitar y apuntar al centro de la cancha.
Este domingo en la noche, motivado por lo que había pasado el sábado en el Nacional y en Playa Ancha, me senté a ver qué decía en las jugadas polémicas del programa Domingo de Goles de TVN, en su espacio “¿Fue o no fue?”, y Chandía, ayudado por la cámara lenta y la majadera repetición de las jugadas, propuso una delirante teoría sobre el penal que cobró Ulloa a favor de la U cuando faltaban tres minutos que la cámara no alcanzó a explicitar y que me recordó los mejores años del gran maestro Mario Gasc, primer exárbitro que apareció comentando las jugadas polémicas en la televisión chilena.
Decía Chandía que después del centro de Pepe Rojas la pelota había dado primero en la pierna de Berríos y luego en su brazo, y que ese detalle él además lo había corroborado con el testimonio del propio jugador, como si las declaraciones de los jugadores después de los partidos sirvieran como prueba para un juicio criminal y fueran sinónimo de verdad indiscutida.
Chandía, alcalde de Coihueco, dijo además que Ulloa estaba mal ubicado, y que la famosa mano de Berríos no había sido penal. No hubo unanimidad entre los comentaristas del programa, entre otras causas porque la bendita imagen en cámara lenta y el famoso criterio para sancionar una mano dentro del área siempre será complejo. El punto es que Berríos, más allá de lo que diga el jugador, abre el brazo de manera importante y ese brazo abierto obstruye el paso del balón.
En mi larga vida de espectador de fútbol, si he visto cincuenta penales de esta naturaleza, creo que me quedo corto. Si ese penal sirve para levantar una copa, es una circunstancia que no le compete al árbitro. Dos minutos antes de la imagen de la mano de Berríos, Chandía había mostrado otra imagen en que un defensor de Calera golpea a Rubio dentro del área y el golpe queda sin sanción. Chandía dice que esa falta de Bascuñán era expulsión y penal. Menos mal. Es decir, según Chandía, Ulloa no vio lo que tenía que ver en la agresión a Rubio, y vio lo que no tenía que ver en la mano de Berríos.
Sumando y restando, al menos hubo un penal. Y después, en Playa Ancha, la revisión de las jugadas polémicas arroja nuevos focos de conflicto: una agresión de Viana a Flores en el área que según Chandía era tarjeta amarilla y penal a favor de Colo Colo. A uno le queda la impresión de que el árbitro ya había sancionado falta a favor de Wanderers por infracción de Flores a Viana, pero igual fue muy torpe Viana en esa jugada, porque otro árbitro pudo perfectamente dejarse impresionar por la exagerada caída de Flores y terminar expulsando a Viana y cobrando penal, y cómo habría cambiado entonces el desenlace de este torneo por la torpe reacción de un jugador. Después vimos una mano de Barriga en el área de Wanderers que Gamboa desestimó y que perfectamente pudo cobrarse como penal, y el primer gol caturro, en donde Mier aparece ligeramente adelantado, todo esto con la ayuda de la cámara lenta y la tecnología y la sonrisa del alcalde de Coihueco, el Profesor Chandía, que con esto quería decir que la polémica se instalaba en el final del campeonato.
Los árbitros se equivocan en la primera, la quinta, la octava y la última fecha. A favor y en contra de todos. Es parte del juego. Los jugadores también fallan. Colo Colo fue superado ampliamente en Valparaíso por Santiago Wanderers cuando tenía que mostrar sus mejores cartas y no debe insistir en la idea de que el campeonato no lo ganó el mejor. La U no soltó la punta durante todo el torneo, y eso es un dato de la causa, y si Wanderito hubiera levantado la copa en Valparaíso el sábado, habría que aplaudir de pie al equipo que ganó en línea los últimos diez partidos y estuvo a un paso de tocar el cielo.