Guarello
La tarde perfecta
Es un ejercicio habitual de los equipos, en especial los que pelean el descenso, hacer un cálculo antes del comienzo del torneo de dónde pueden sumar y donde los puntos están perdidos. Con el promedio mordiéndole los talones a varios, todo desvío en la curva, fuera y dentro, puede ser decisivo a la hora de mantener la categoría. El caso de Antofagasta ilustra muy bien el fenómeno: no tienen campo de césped natural para entrenar, resignan la localía jugando en Mejillones, hacen no pocos viajes en bus y, hasta la última fecha, sólo superaban a Barnechea de abajo para arriba.
Entonces, a la hora de hacer los números contra la U en el Nacional, sumar uno ya era un buen premio, sumar tres rozaba la hazaña. Desde 1996 el cuadro nortino no se había impuesto a los azules en Ñuñoa. Al frente tenía al campeón que, pese a no arrancar bien este Clausura, no se veía cómo hacer un pronóstico muy arriesgado. Esto dicho el viernes, no con el diario del lunes.
El 3-1 a favor de Antofagasta tiene varias explicaciones. Se puede hablar de los groseros errores defensivos azules, el regalo de Johnny Herrera en el segundo tanto, lo aislado de Sebastián Ubilla, la baja actuación de Gonzalo Espinoza (acaso lo peor que ha hecho en la U), lo poco aplicado del equipo para tomar las marcas y hacer las coberturas, lo irreconocible que estuvo Benjamín Vidal… Hay un largo etcétera.
Pero démosle la derecha al ganador. Claro, la U jugó mal, pero Antofagasta colaboró mucho en eso. José Cantillana hizo una planificación que le salió redonda. Todo lo que proyectó en la semana se verificó el sábado. Retroceso y avance en bloque, velocidad por las puntas, coberturas veloces de los centrales. Siempre que quedaba un atacante de la U en posición de gol, invariablemente apareció una pierna rival para trabar. Tan efectivo fue el juego en la zaga de Antofagasta, que el gol de Matías Corujo vino cuando estaban con 10 por lesión de Cristián Rojas y no alcanzó a ser reemplazado por Francisco Sepúlveda.
Insisto, tan clara la tenía, que los dos goles finales vinieron desde la banca: Ronald González y Luis Cabrera. Incluso cuando fue expulsado Rodrigo Riquelme, esos siete minutos finales (hubo cinco de descuento) los afrontó sin apuro bajando a Francisco Alarcón a la posición de segundo central. Extraordinario lo Marcos Bolados, hizo trizas la defensa rival con su velocidad ¿Por qué Cantillana le sacó partido y Tocalli no, en la Sub 20? Sigo: muy bueno lo Alejandro Delfino en la zaga, las ganó todas; también Diego Ferreira mordiendo en el medio o Iván Álvarez para corretear y meter pelotas con ventaja. Incluso el grandote Gonzalo Malán, pese a que se ve torpe y sin velocidad, hizo su tarea, provocando la mejor atajada de Herrera en el partido con un cabezazo y pivoteando para el segundo gol.
En fin. Estas palabras son para reconocer un entrenador que le sacó el máximo rendimiento a sus jugadores y, lo que es mejor, sumó tres puntos dorados. Impecable.