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El mundo según Guede

Actualizado a

Pablo Guede no pasa inadvertido. El técnico de Palestino tiene embobados a dirigentes y propietarios de varios clubes del medio local, por la forma y el fondo de su trabajo.

Logró convertir al modesto Palestino en la vedette del final del torneo pasado, cuando ganó brillantemente la liguilla. Dio que hablar por su método y controversiales medidas, pero también con un estilo de juego que cautivó y, principalmente, que dio buenos resultados.

Llama la atención por lo que hace. Dijo que la Copa Libertadores no era la prioridad para un plantel modesto como el suyo. Y para reafirmarlo, dejó fuera del partido contra Zamora venezolano a César Valenzuela y Leonardo Valencia. Al final, se trajo los tres puntos desde Barinas.

El hombre de la voz ronca, que pega frases motivacionales en el camarín y que provocó una especie de alivio colectivo cuando garabateó a vista de todo el mundo a Jason Silva tras la expulsión por demorar un cambio en Playa Ancha, también manda a sus jugadores a bailar alrededor del arquero rival para obstaculizar su salida en los tiros de esquina y lograr que Renato Ramos cabecee lo más cerca de la portería.

El hombre corre riesgos, como el planteamiento kamikaze contra Boca Juniors, donde varias veces quedó desprotegido atrás y con Darío Melo como libero. O como esta noche, en el partido clave como local contra Montevideo Wanderers, donde dejó fuera de la convocatoria al jugador más experimentado del plantel, que además es el goleador: el Tiburón Ramos.

Tiene fama de motivador, de ser cercano al jugador, pero al mismo tiempo descoloca a sus dirigidos con medidas como la de Valenzuela, Valencia, Ramos y, mucho antes, la salida de Felipe Núñez.

La semana pasada, al llegar al reconocimiento de la cancha del estadio Parque Central de Montevideo, la misma donde un mes antes habían enfrentado a Nacional, el técnico notó algo raro y se puso a contar con pasos el ancho del campo. Al llegar al otro lado les gritó a los demás: "Nos achicaron la cancha, tiene un metro menos".

Para algunos es revolucionario. Para otros, un vende humo. Lo concreto es que Pablo Guede no pasa inadvertido. Y, hasta ahora, le ha ido bien así.