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U. CATÓLICA

Raimundo Infante, la historia del ídolo olvidado de Católica

Partió como estudiante y terminó como goleador histórico de la UC en torneos nacionales. Pintor y arquitecto destacado: un bicho raro del fútbol.

Actualizado a
Raimundo Infante durante su etapa en Universidad Católica.
Revista Estadio

Dicen los que lo conocieron que Raimundo Infante era distinto. Que era un pintor talentoso, y un arquitecto vanguardista que creó escuela. Dicen también que nunca le gustó mucho el fútbol, que más bien llegó por accidente. Dicen que fue un goleador como pocos, como ya no existen. Dicen que era potente, rápido y oportunista. Dicen que podía haber hecho más goles de lo que hizo. Dicen que no parecía futbolista.  

Raimundo Infante Rencoret nació el 2 de febrero de 1928 en Santiago. Hijo de Leopoldo Infante y, María Rencoret, fue el cuarto de cinco hermanos, estudió en San Ignacio de Alonso Ovalle y años más tarde ingresó a arquitectura a la Universidad de Católica. Ahí también comenzaría a jugar.

Corría el año 1946. Como otros estudiantes, Infante se inscribió en la rama del club, formando parte de un plantel que ya jugaba en el profesionalismo y un año antes había inaugurado el Estadio Independencia.

En ese plantel, Marío Álvarez, hermano de Manuel, fue uno de sus más cercanos. "Con Raimundo éramos los únicos que nos dedicábamos al dibujo y al arte, porque él estudiaba arquitectura. En el plantel nos veían como a dos bichos raros", recordaría hace algunos años el escultor y otrora puntero.

Hasta al "Charro" Moreno, el gran refuerzo del club, le llamaba la atención. "Él era un argentino, canchero, bueno para la noche, y veía a este jugador que a veces faltaba a entrenar por una exposición, no lo entendía", cuenta Fouilloux, destrabando de paso otra anécdota. Raimundo no tenía idea quién era Moreno cuando llegó el 49'. Y estábamos hablando de un seleccionado argentino. Era de otra especie, era raro que fuese futbolista", complementa.

Pese a ser diametralmente distintos, ambos eso sí se entendieron a la perfección en la cancha. Ese año, Católica lograría con un triunfo en la última fecha ante Audax Italiano, su primera estrella. Infante fue el goleador y Moreno la figura. Un año más tarde el arribo del DT Alberto Bucciardi a la selección chilena le permitió jugar el Mundial de Brasil 1950.

Luego de eso sus carrera iría en descenso. No por talento, sino por interés. En 1951 partió al Rouen de Francia y en 1953 jugó durante algunos meses en el Deportivo Vasco en Venezuela, antes de volver a ganar un nuevo título con la UC en 1954. Un año más tarde el equipo descendió, volviendo en 1956 con él convertido en máximo goleador del equipo en la segunda división. Luego se retiró dejando establecida otra racha. Con 103 goles es hasta hoy el máximo goleador del equipo en la historia.

"Él tenía otras inquietudes, siempre estaba dibujando, pintando, cuidando el intelecto en las concentraciones. Yo lo admiraba mucho. Algunas veces cuando ya no jugaba, lo iba a ver a un taller que tenía cerca del Parque Forestal", recuerda Fouilloux.

Ahí el otrora jugador se convirtió en uno de los impulsores del movimiento abstraccionista en Chile. El libro "Historia de la pintura chilena" lo recuerda así. "Infante fue junto a Pablo Buchard hijo, Alfonso Luco y Emilio Hermansen con distintas variantes los representantes más importantes de la época. Su pintura seguía las agua de Miró".

De a poco Infante se alejó del fútbol. Nunca se le pasó por la cabeza seguir una carrera como técnico. Volvió a la facultad de arquitectura de la UC como docente. Se mantendría ahí hasta el final de sus días. Hasta que un ataque fulminante mientras andaba en bicicleta terminó por derribarlo el 7 de septiembre de 1986.

Raimundo Infante falleció en silencio, como un anónimo de los ochenta y no como la estrella que fue décadas antes. Sin una tribuna, un camarín, o una sala a su nombre hoy en San Carlos de Apoquindo; con sus goles como el único recuerdo de un jugador que aparece como uno de los secretos mejores guardados del fútbol chileno y que antes de cada clásico universitario vuelve a deslizarse como un mito.