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Hernández

Se queda, pero…

En plena víspera del clásico universitario Sabino Aguad, gerente general de Azul Azul, dijo que “si todo sale como esperamos, Lasarte se quedará en la U”. El alto dirigente hacía referencia a que la continuidad del entrenador uruguayo estaba virtualmente resuelta a menos –así se desprende de su declaración– de algún imponderable.

En el fútbol, los imponderables abundan. Pero en el caso de la U con los pobres resultados a la vista tras el título de 2014 los escenarios son bastante claros. ¿Qué podría cambiar la decisión de los dirigentes de que Lasarte siga al mando? ¿Caer feo en el clásico ante Católica? ¿Seguir perdiendo en la Libertadores y terminar último del grupo? ¿Acabar en la cola del torneo y como una de las defensas más goleadas? ¿Todas las anteriores?

Pese a que en algún momento hubo serios cuestionamientos a la labor de Lasarte y el perjuicio de sus ausencias a raíz de su lesión lumbar el directorio encabezado por Carlos Heller determinó que debía seguir. Decisión acertada. La memoria es frágil, pero no hay que olvidar que el uruguayo fue campeón y puso fin a una errática secuencia de campañas y técnicos post Sampaoli que no dieron el tono. Hoy, que estamos inmersos la dictadura de los resultados, una resolución de este tipo, que valora los procesos y respeta los logros recientes, se agradece. Lasarte, además, tiene una gracia. No se queda donde no lo quieren, es una técnico dialogante, autocrítico. Dificulto verlo alguna vez demandando a un club por despido injustificado.

Con todo, el ambiente en la U es complejo. La transición de un semestre ya perdido a uno donde habrá cambios significativos en el plantel supone altos niveles de incertidumbre entre los jugadores. Incluso en aquellos con contrato vigente. ¿Cómo se motiva al plantel bajo ese contexto? Primero aferrándose a las matemáticas y no verbalizando que el semestre está perdido –aunque futbolísticamente el asunto no tiene mucha vuelta­– y segundo, apelando al profesionalismo de los jugadores que deben convencer al técnico de cara a la segunda mitad del año o, en el caso de los que parten, mostrando su mejor expresión para asegurar un buen contrato en otro sitio.

Si hubiese ponerle nombres a las fichas del tablero azul, Miguel Jimenez vence contrato en junio y está en la lista de los prescindibles. Nada nuevo si se considera que firmó sólo por seis meses para cubrir la inesperada partida de Luis Marín. Pepe Rojas, es otro que podría dejar la tienda laica. Es un símbolo, seleccionado, pero en las últimas campañas no ha ejercido el liderazgo que se espera de él. Rojas aspira a un contrato en el extranjero que haga la diferencia en lo económico y en la U no harán nada por retenerlo. Si se queda, bienvenido, si se marcha, no hay drama, admite una alta fuente de Azul Azul.

Osvaldo González, Paulo Magalahes y Cristián Cuevas podrían también engrosar la nómina del éxodo azul. Lo mismo que los volantes Gustavo Lorenzetti (vence contrato) y Ramón Fernández (irá a préstamo). Lorenzetti termina su vínculo con los azules, pero si sus expectativas económicas no son desmedidas podría permanecer en el club. Entre los delanteros, Sebastián Ubilla y Enzo Gutiérrez son las principales cartas para abandonar el club.

Con este primer borrador de una lista negra que tanto irrita a los técnicos (no por su existencia sino por su filtración) deben convivir Lasarte y su plantel. Lo mismo que los trascendidos que hablan de las llegadas de Martín Rodríguez y Paulo Díaz. Es parte del paisaje cuando todo campeonato entra en su tramo final y más aún en medio de una transición. Lasarte se queda y aunque no lo admita mira de reojo, visualiza, el segundo semestre de 2015. Quizá no es su foco principal porque mientras la U tenga opciones matemáticas en la Libertadores y partidos motivantes como un clásico universitario su mayor energía estará puesta ahí. Es claro. Pero tampoco seamos ingenuos, sobre la marcha, Lasarte evalúa, saca cuentas, mira los partidos del extranjero, proyecta una segunda mitad de año con decisiones hechas a su medida.