Colo Colo es humillado en casa y complica la clasificación

El escenario era el ideal. Colo Colo necesitaba la noche del miércoles un triunfo para asegurar el paso a los octavos de final de la Copa Libertadores por primera vez desde el 2007. Hasta el empate le servía. El Monumental se vistió para esa fiesta, pero al final terminó en silencio. Los albos cayeron por 3-0 ante Independiente de Santa Fe y ahora deberán ir a buscar la clasificación a Brasil.

Durante media hora Héctor Tapia apostó a hacer lo mismo logrado ante Atlas y Atlético Mineiro en Macul. Mantener el orden en defensa, tomar el control del mediocampo y definir arriba con un (solo) Esteban Paredes que había marcado en los últimos cuatro partidos de Copa. Parecía suficiente.

Sin embargo, al frente estaba un rival que también tenía el libreto claro. Lo habían probado en el duelo en Bogotá y no había porque cambiarlo en Santiago. Luis Páez a los 30 minutos lo comprobó, pasando en medio de una defensa lenta e irreconocible, y derrotando a un Justo Villar que ni siquiera podría terminar el primer tiempo por lesión.

Las malas señales al descanso eran evidentes y Santa Fe no desaprovechó la oportunidad de redoblar el golpe al inicio de la segunda mitad. Bastó un minuto del complemento para que Omar Pérez, presente en todas las jugadas del equipo colombiano, clavara en el arco -ahora defendido de Paulo Garcés- un golazo que pareció decisivo y lo fue. Ahí acabó el capítulo.

Pese a tener 45 minutos por delante, Colo Colo no espabiló. Tapia intentó cambiar el plan y el esquema, pero en la previa no contaba con los cambios obligados de Villar y Vecchio. El ingreso de Juan Delgado ni siquiera pudo maquillar la peor presentación del equipo en su cancha. Mucho menos complicar la defensa cafetera y al arquero Leandro Castellanos.

Entonces pasaron los minutos y fue otra vez Santa Fe el que terminó aprovechando la invitación para seguir sumando. Goleando. El joven Yerry Mina aumentó las cifras y Colo Colo no soportó el nuevo cambio de rumbo del partido. Prefirió inconscientemente mantener esa desventaja, que lo dejaba al menos con saldo a favor para la definición de la próxima semana. Al final, hasta ese premio fue inmerecido.