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Semana negra

Desde febrero de 2013 que tres equipos chilenos no perdían por la Copa Libertadores de una misma semana. Aquella vez, Olimpia venció por 3-0 a Universidad de Chile, en Asunción; Huachipato perdió en casa por 1-3 ante Caracas FC, y Vélez Sarsfield superó por 3-0 a Deportes Iquique, en el José Amalfitani.

La anterior vez que hubo tres caídas en una misma semana copera fue en 2008, donde hubo tropezones de Colo Colo y la UC ante el Atlas y América en la altitud de México, y Audax fue vencido en casa por el Sportivo Luqueño.

Salvo la caídas de los acereros e itálicos, el resto eran resultados esperables. Por lo tanto, la que está terminando es una de las semanas más negras de los clubes chilenos en la Copa Libertadores.

Claro, no es la primera vez que tres escuadras nacionales caen en una misma semana. Pero debe ser la única en que han venido a golear y darles un toque a Colo Colo y la U en días consecutivos.

Más allá que el consuelo anecdótivo de los hinchas haya sido burlarse del archirrival (primero los azules y luego los albos), la pregunta que pocos se han hecho es: ¿qué está pasando?

Los piques de Nilmar, y especialmente su participación en el primer y tercer goles del Inter, hacían recordar al típico futbolista más joven que se cuela en una pichanga de viejos cracks y que marca diferencias por la velocidad. Y que se luce punteándole la pelota a arquero y marcadores más lentos.

Independiente de Santa Fe también marcó diferencias abismales. Parecía que cada vez que apretaba el acelerador, anotaba. Y menos mal que los de Gustavo Costas dejaron de "picar" el motor. Si no, caían más goles en el arco de Garcés.

Lo de Palestino fue digno. Dejó una muy buena impresión en La Bombonera ante Boca Juniors y logró enamorar a los hinchas neutrales con su despliegue y pundonor, pero parecían soldados con arcos y flechas en una guerra de este siglo. Eran incapaces de hacer daño, tal como les pasó contra Montevideo Wanderers. El romanticismo de los árabes fue lo más reconfortante de la semana.

La conclusión es evidente. El torneo chileno se está quedando atrás. Eso es indesmentible. La diferencia de ritmo y velocidad es preocupante. La Selección es otra cosa, porque los jugadores de la Roja vienen de competencias gigantescamente superiores. Si lo usamos como parámetro, estamos completamente equivocados.

Esta es una señal y es hora de tomar nota de ello.