De Santa Laura a Macul
La Copa América dio amplio margen a los clubes locales para armar sus proyectos 2015-2016. El torneo de apertura arranca recién a mediados de julio y la mayoría de las instituciones revisa sus finanzas, elabora presupuestos y visualiza sus planteles para la próxima temporada. Un ejemplo, Cobresal, el último campeón del fútbol chileno, tiene apenas seis jugadores con contrato vigente. Su misión por estos días es retener a los jugadores estratégicos que participaron del título y ver hasta dónde alcanza la plata para reforzarse convenientemente para la Copa Libertadores del año venidero.
Después de farrearse el título y quedar eliminado por diferencia de gol en la Libertadores, Colo Colo podría también tomárselo con cierta calma. Pero la historiada salida de Héctor Tapia hace que el panorama que enfrenta el directorio de Blanco y Negro sea complejo. Tapia contó su verdad y dijo que no llegó a acuerdo para continuar porque no transaba la continuidad de su cuerpo técnico. Miguel Riffo aportó poco para consolidar las razones de la no renovación, salvo por sus críticas a Fernando Carvallo a quien cuestionó por asumir una función distinta a la que Tapia lo convocó. Según quienes estuvieron presentes en la negociación, el ex DT de Colo Colo aceptó en primera instancia trabajar sin Riffo y Ramírez y luego echó pie atrás. A futuro, si Tapia y Riffo dejan de trabajar juntos querrá decir que algo se fracturó entre ambos.
Con todo, más allá de los vericuetos de esta historia, a Colo Colo le urge hallar una solución coherente a su actual momento. La salida de Tapia dejó a Aníbal Mosa con el estadio en contra pues entre el hincha colocolino se instaló la percepción de que Blanco y Negro indujo la salida del entrenador. A Tapia lo echaron, piensa la mayoría. Pocos compran, aunque eventualmente haya sido cierto, que Mosa lo haya intentado retener ofreciéndole un importante aumento en sus remuneraciones.
A esta altura, la leche está cocida. Tapia, el técnico que bajo su conducción hizo que el colocolino volviera al estadio y ganó la esquiva estrella 30, está fuera del club. No hay vuelta atrás. Lo que el hincha del club espera ahora es que el reemplazante esté a la altura de las circunstancias y genere las condiciones para evitar un éxodo de jugadores. En ese marco, el directorio de Mosa se anotó una mini victoria en medio de las turbulencias: aseguró la continuidad por dos años de Esteban Paredes de quien se decía manejaba varias ofertas para regresar al fútbol mexicano.
Si la campaña de Colo Colo se solventó en sus mejores momentos en la columna vertebral integrada por Villar, Barroso, Valdés y Paredes, la tarea hoy por hoy en Macul es evitar que el Almirante y Pajarito puedan verse seducidos por ofertas desde el exterior. La continuidad de Paredes se despejó sin que haya llegado aún el nuevo entrenador, pero se torna prioritario el pronto desembarque alguien que proyecte credibilidad y dé garantías de un trabajo acorde a lo que un club de la envergadura de Colo Colo requiere. Coto Sierra corre con ventaja y reúne las condiciones: jugó en los albos, fue campeón como técnico en el fútbol chileno, es un tipo serio y trabajador y le da tiraje a la chimenea. En Unión, si uno le preguntaba por un jugador de la sub 12 Sierra lo conocía. Si llega y tiene buenos resultados, el tiempo lo dirá. Lo que es claro es que el perfil calza perfecto.
En Unión no comen vidrio. Así como la U fue por segunda vez por Gustavo Canales y se lo llevó, en Santa Laura son prácticos. Si Colo Colo paga la cláusula se va a Macul. Después de cinco años en los rojos pareciera que el Coto cambiará de aire. La rescisión de contrato en los hispanos no es poco dinero, pero Blanco y Negro no está para regodearse. El incendio hay que apagarlo ya.