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Sierra vs Tapia: mortalmente parecidos

Actualizado a

Colo Colo dio el golpe noticioso de la semana con el fichaje de José Luis Sierra. Pero el ruido mediático tiene más que ver con el regreso del zurdo a Macul después de 14 años o la interrupción del proceso de Héctor Tapia. Sólo eso, porque el cambio de mano se encuentra en la antípoda del rupturismo táctico.

En Blanco y Negro lisa y llanamente optaron por la continuidad de un modelo futbolístico al contratar al ex DT de Unión Española. Con leves matices, Sierra y Tapia son la misma expresión de conceptualizar y vivir el fútbol.

Partamos por el modelo de juego de ambos técnicos. En fase ofensiva, es decir con sus equipos en posesión del balón, ambos buscan atacar con extensas secuencias de pases, con énfasis en el manejo correcto de la pelota y sin caer en apresuramientos que lindan en métodos más verticales y menos elaborados de visualizar el fútbol.

En este contexto, a Tapia y Sierra les gusta salir jugando desde la última línea, con los centrales posicionados más allá de las esquinas del área penal, respectivamente, y el volante de contención inserto en el medio de ambos como tercer defensor. Eso no admite discusión. Es más, constituye casi un dogma a seguir, aunque se ponga en riesgo el marcador.

Sierra y Tapia son seguidores a ultranza del “ataque construido” como concepción de juego ofensiva (manera colectiva de atacar). Sin embargo, no reniegan del “contraataque” y el “ataque directo” (vulgo jugar al pelotazo) para doblegar al oponente, lo que dejaron de manifiesto en momentos que fueron sometidos y no perdieron de vista el arco rival. Pero la primera variante se impone por enorme supremacía ante estas dos últimas, que es donde los entrenadores delinean con claridad la faz de juego.

En defensa, la propuesta de ambos técnicos es bastante similar. Hay un predominio sin remilgos de la marcación zonal por todos los sectores. En cuanto a la concepción de juego defensiva, la “retirada progresiva” marca el tono, aunque por momentos el “reagrupamiento defensivo” también domina la pauta, cuando pierden la tenencia del balón.

Aquí hay un asunto que llama la atención. Existen pruebas concretas de cierto desacople entre el discurso defensivo y el accionar en la cancha. Sierra y Tapia siempre han manifestado que la intención de sus dirigidos consiste en presionar al oponente en su territorio y generar continuas interrupciones del juego. O derechamente recuperar la pelota para propiciar nuevas secuencias de posesión. Sin embargo, esto último solo ocurre ocasionalmente y es tan así que no da pie para erigirse como viga maestra de la identidad defensiva de sus equipos.

Lo habitual es que, una vez perdido el balón, los más cercanos a la pelota asuman una postura de presión en torno a ésta, pero sin comprometer su existencia en el intento. Más bien, actuando con suma cautela, privilegiando el posicionamiento correcto por sobre la acción plena en pos de la recuperación o la interrupción del juego, para facilitar así la retirada armónica de las otras líneas hacia ubicaciones de plena seguridad defensiva.

Finalmente, en cuanto al sistema de juego (ubicación de los jugadores al momento de iniciarse el partido), las coincidencias también son absolutas. Tapia y Sierra jamás han renunciado al 1-4-3-3, aunque sólo han introducido variantes en la línea de volantes: con dos hombres de contención o alineando de plano un solo mediocampista defensivo junto a otros dos de creación.

Para ambos entrenadores, el sistema no debe cambiar, al igual que la flexibilidad en la dimensión dinámica de su impertérrito 1-4-3-3. Cuando el balón empieza a rodar, solo predominan las posiciones más rígidas en la línea defensiva, a la que se adiciona el volante de contención de turno. Este inmovilismo, que garantiza el número apropiado de gente para defender (principio de juego “concentración”) sólo es difuminado por la proyección alternada de los marcadores de punta.

En el bloque ofensivo (los tres delanteros más él o los volantes ofensivos), los puestos son solo referencias parametrales, pues la mayoría interactúa según se vaya escribiendo la historia del partido. En Unión del Coto, Emilio Hernández y Patricio Rubio, por ejemplo, eran nominales punteros izquierdos, pero solo respetaban la posición en momentos muy acotados de los encuentros. Lo mismo aconteció con el centrodelantero Esteban Paredes y el wing izquierdo Felipe Flores en el Colo Colo de Tapia, ya que evolucionaban en el terreno de juego, adaptándose espacialmente a la trama de cada duelo.

No cabe duda de que Sierra y Tapia han dado muestras cabales de que poseen una misma idea futbolística. Probablemente, en Blanco y Negro acudieron a Sierra en busca de un mismo perfil profesional, aunque con muchos más años como DT. Y este aspecto puede resultar crucial en la conducción, no siempre fácil, del camarín de Colo Colo.