La Roja y el campo
Mientras Chile entrena en el Monasterio Celeste, la vida de campo se desarrolla con cierta normalidad. Aunque los contrastes están a la orden del día.
Eduardo Vargas lucha por recuperarse cuanto antes de la rodilla y, al mismo tiempo, afuera del complejo un huaso se pasea a caballo.
Hay olor a bruma, a bosta de animal. A tierra chilena. El frío congela hasta al más valiente. La prensa espera impaciente que el agua en la 'pava' hierva para capear las bajas temperaturas.
Los mugidos de las vacas y el relinche de los caballos regalan el sonido ambiente mientras Sampaoli grita y grita las instrucciones en la sesión matinal. Testigos privilegiados son los impávidos muñecos inflables heredados por Bielsa.
El segundo día convocó a menos hinchas. La voz ya se corrió: Sampaoli no quiere abrir los entrenamientos. La Roja y el campo no comparten. Y eso que conviven a poca distancia.