Carabineros nerviosos
Un retén móvil, cuatro motos y más de ocho uniformados custodian -quizás de qué- día a día la tranquilidad de la selección chilena en Requínoa.
Cualquier movimiento de los transeúntes, la mayoría niños, es cuidadosamente observado por los oficiales. Hay que estar seguros que no vayan a osar acercarse a las inmediaciones del Monasterio Celeste.
Los paseos en motos son constantes. Y salen 'pelando forro', aunque en este caso es tierra, porque Requínoa es campo. Una, dos, siete, catorce veces vigilan que en los fundos aledaños no hayan espías. O quizás qué.
Las vallas papales están a 500 metros del ingreso del recinto deportivo. Hasta ahí todo fluye para Carabineros. Si alguien (yo mismo en este caso para comprobarlo) se atreve a estar a 499 metros de la puerta, las miradas te empiezan a comer.
Algunos lugareños y trabajadores tienen permitido el acceso, pero tienen que estar en una lista que más parece un documento con los nombres de los testigos protegidos más valiosos de Chile.
¿Tu nombre no está en el listado? Media vuelta, derecho a guardar silencio y hasta luego.