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La imagen de Andrea Pirlo con lágrimas en los ojos lo decía todo. La Juve desafió al mejor equipo del mundo y lo complicó. Sería una exageración plantear que lo tuvo entre las cuerdas después del empate, pero nadie podría negar que hubo minutos, luego de la igualdad de Alvaro Morata, en que el Barca acusó el golpe y se vio descolocado. De seguro, en ese momento, Pirlo sintió que el triunfo era una opción real, la mejor coronación posible de su carrera. A los 36 años difícilmente tendrá otra oportunidad de jugar una final de Champions.

La del talentoso barbón fue una de las tantas postales que nos dejó la finalísima de Berlín, un partido que como nunca nos tocó tan de cerca a los chilenos. Alguna vez, una generación hoy bastante mayor estuvo pendiente del Tata Riera y el Benfica, otra lamentamos la derrota de la Juve del Matador y hace menos tiempo la ausencia de Mark González en la caída del Liverpool.

¿Si estábamos con Vidal o Bravo? Da un poco lo mismo. Es parte de la magia de un deporte que nos atrapa y va cautivando dependiendo de las circunstancias. Muchos que en su tiempo fuimos orgullosos madridistas y no nos perdíamos partido de Zamorano hasta hace poco demonizábamos al equipo de Mourinho y pujábamos que por Alexis le llenara la canasta al cuadro merengue. Con Ancelotti, el Madrid dejó de ser un equipo indeseable, pero todos seguimos firmes con el Barca mientras Claudio Bravo se su arquero. Lo que vale y hace la diferencia es que juegue un chileno. Describo una tendencia, obviamente hay quienes no operan con la lógica de identificarse de esta manera.

Esto va y viene, es parte del fútbol y la idiosincrasia de un país que ha ganado poco. Es que en realidad con la Roja nunca hemos ganado. Fuimos terceros de un mundial, tenemos algunas finales de Copa América, una medalla de bronce en las olimpiadas de Sidney y en la última Copa del Mundo derrotamos en un partidazo al campeón vigente, pero nuestras vitrinas no lucen un solo título significativo. No vamos a estar contando, por ejemplo, la copa en Huelva.

No somos Argentina. Y muy probablemente los hinchas de Boca tuvieron el dilema de hinchar por Tévez, un xeneixe de raza, o Messi, el capitán de su selección. Para los argentinos, que han ganado dos mundiales y tienen cracks repartidos por todos lados empatizar con los mejores conjuntos de Europa es tan habitual como entretenido. Al final, normalmente lo que determina el grado de identificación es si ese jugador vistió o no sus colores al otro lado de la cordillera. Para nosotros, en cambio, fue inédito tener dos chilenos en la final de la Champions aunque Bravo no haya jugado. Daba más bien lo mismo quien levantara la Orejona. El solo hecho de haber llegado a Berlín es un logro enorme de Bravo y Vidal.

Ganó Barcelona y es campeón de la Champions porque es más equipo y sus individualidades son inigualables. Messi, Neymar y Suarez hicieron 121 goles esta temporada. Para qué agregar más. Visto desde nuestra óptica, Bravo fue campeón de la Liga de Campeones de Europa sin haber jugado un solo minuto. Pero qué más da. Está en el Barcelona y jugó, salvo el último encuentro, todos los partidos de la liga. A veces la cotidianeidad hace que su presencia en el arco del Barca se vea como algo habitual, pero vaya que trabajó y es un mérito llegar ahí. No faltará el desubicado que diga que su festejo fue excesivo si no participó del título. Por favor! Está en el mejor equipo del mundo.

Vidal fue reemplazado en el minuto 78. No jugó su mejor partido. Rakitic le ganó las espaldas en el primer gol de Barcelona y tampoco pudo auxiliar a Bufon en el tanto de Suárez, pero el ex Colo Colo siempre estuvo cerca del balón, en ambas áreas. Eso revela su enorme despliegue e influencia. Este sábado en Berlín se va derrotado, pero con la frente muy en alto. Guapeó y luchó cada pelota como si fuera la última dándole toda la razón a su arquero que en la víspera dijo que si tuviera que elegir un compañero para ir a la guerra, este sería Vidal. El Rey Arturo estaba triste, pero no llegó a las lágrimas como Pirlo. Es nueve años menor y perfectamente podría jugar una o más finales de Champions.

Qué temporada para Vidal y Bravo… ahora es el turno de la Roja.