El pasto del vecino no es más verde
La victoria del jueves pasado ante Ecuador por 2 a 0 dejó una conformidad relativa en la Roja. Sampaoli dijo que sin ser un equipo espectacular, Chile fue efectivo y que el penal de Vidal llegó en el momento de mayor confusión. Los jugadores, a su turno, resaltaron el triunfo aunque pusieron el foco en ciertos aspectos que quedaron pendientes. En síntesis, más o menos el partido que todos vimos.
Uruguay, el último campeón, llegó a Chile lamentando la ausencia de Suárez pero con una generación madura, de jugadores que en su mayoría actúan en Europa y el resto en clubes importantes de México y Sudamérica. Sin embargo, Jamaica, un rival tosco y con argumentos más físicos que futbolísticos lo enredó. Lo del estadio La Portada fue una nueva demostración de que poner más gente en ataque no garantiza un mayor volumen ofensivo. Tabárez, un técnico de primer nivel, se percató y con el partido en marcha, ajustó las piezas, De Arrascaeta y Rolán se engancharon y Cavani pasó a ser el único punta. La Celeste mejoró y terminó ganando el partido aunque en el intertanto padeció los “Ole” del público chileno y los embates de un rival que no estuvo lejos de conseguir el empate.
Para Argentina la jornada sabatina fue aún menos dulce. Después de un inicio a toda orquesta y que pintaba para goleada la albiceleste se fue mascullando el empate de Lucas Barrios en epílogo. El contraste entre los primeros 50 minutos y lo que vino después fue un abismo para el equipo de Martino. ¿Qué faltó para consolidar ese tranco sólido y a ratos abrumador? Es la gran pregunta que deben estar tratando de responder el Tata, Messi y compañía en la concentración de Argentina. La prensa trasandina criticó los ingresos de Higuain y Tévez como si su innegable categoría impusiera darle minutos a ambos y Martino no hubiese manejado aquella presión. Es cierto, no es fácil tener semejante recambio y no emplearlo, pero algunas veces es mejor ser pragmático y cerrar el partido. Argentina tiene tantos y tan buenos jugadores de la mitad hacia arriba que probablemente su técnico creyó que ganaba el partido a todo evento por la categoría de sus jugadores. Pudo hacerlo, Messi no llegó a conectar junto a la raya el que hubiera sido el 3 a 1, pero acabo resignando el empate. En los últimos pasajes del partido, el elenco rioplatense se vio inconexo y muy mal parado en el fondo. A fin de cuentas, lo que prevalece es la concepción de equipo y no la suma de individualidades. Punto para el equipo de Ramón Díaz.
Con los resultados y actuaciones de Uruguay y Argentina a la vista queda claro que el de Chile fue un buen comienzo. Hay aspectos por mejorar, qué duda cabe. Pero también queda la tranquilidad de que los emblemas de esta generación: Bravo, Medel, Vidal y Sánchez están en su mejor momento y otros que llegaban sin continuidad como Isla o Vargas mostraron su mejor cara en el primer partido. Ecuador, pese a todo, era un rival incómodo, un equipo físico, terco, difícil de superar en el mano a mano. El desafío ahora es afinar el funcionamiento, esperar que las lesiones o tarjetas no alteren el once tipo y, sobre todo, recuperar el poder de fuego. Si Chile tiene gol puede ganarle a cualquiera.