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¿Víctimas?

Han pasado dos días desde que Chile venció a Uruguay y clasificó a semifinales de la Copa América. Dos días desde que el Huaso Isla anotó su primer gol con la Roja adulta en partidos por los puntos. Dos días desde que Alexis contó por la televisión abierta que sus compañeros lo retaron con uno de los chilenismos más chilenos que existen y dos días desde que los teleobjetivos de las cámaras fotográficas y de TV situadas detrás del arco norte del Estadio Nacional demostraron que 50 metros de distancia no son un obstáculo para captar perfectamente a foco a Gonzalo Jara cuando le hizo tocaciones poco dignas a Edinson Cavani.

He escuchado de todo. Que es asqueroso y poco digno -que ciertamente lo es-; que en la cancha pasan esas y otras cosas más, pero que quedan en la cancha; bromas sobre exámenes de próstata, urólogos y proctólogos; que son las cosas del fútbol; que Jara tiene 100 años de perdón por habérselo hecho a un uruguayo, y varias cosas más que, dicho sea de paso, son esperables de escuchar. No me interesa decir si están bien o mal.

Pero hay algo que después de 48 horas sigo escuchando. Son las frases del siguiente tono: "Ya estaba bueno que alguna vez nos tocara a nosotros". "Por fin nos estamos avivando". "Toda la vida nos han cagado".

El inconsciente colectivo nacional hace una selección antojadiza. Generalmente hacia la desgracia. Quizás por eso los festivos militares del calendario chileno sean las batallas perdidas y no las ganadas. Por eso que sólo recuerdan las trampas de los vecinos -que son expertos, especialmente los que colindan al oriente y festejan la mano de dios, y también los que siguen más allá-, pero olvidan que nosotros también hemos andado por las mismas.

Acá va un recuento de "vivezas" y otras cosas propias de la "picardía criolla":

Copa América de 1979. Chile enfrenta a Colombia en Santiago. Damas de la noche que aparentaban ser fanáticas visitaron a los gentiles futbolistas cafeteros en su hotel en la jornada previa. Minutos antes del partido, a Willington Ortiz y compañía les pasaron fotos de recuerdo de la agradable velada, donde los cafeteros demostraron ser unos caballeros.

Eliminatorias a México 1986. Minutos antes de que Jorge Aravena anotara el gol imposible, al guardalíneas que corría por ese mismo sector lo derribaron de un botellazo procedente de la tribuna. En una medida incomprensible, el juez colombiano Jesús Díaz Palacios no suspendió el partido y Chile venció a Uruguay por 2-0.

Copa América 1987. Eduardo Gómez y Fernando Astengo fueron expulsados en la final contra Uruguay. Y varios más debieron recibir roja, en un partido que los chilenos jugaron con el cuchillo entre los dientes. Enzo Francescoli recuerda que la peor patada de su vida se la pegó el León Astengo aquella vez y al Príncipe también lo expulsaron. Chile perdió 1-0 y los hinchas sólo se acuerdan del rebote del Cóndor Rojas al tiro de José Perdomo que desembocó en el gol de Pablo Bengoechea.

Eliminatorias Francia 98. Todos rememoran con ribetes de proeza la patada de Luis Chavarría a Enzo Francescoli, que tuvo más repercusiones por las declaraciones de monteaguilino que por la jugada en sí. De hecho, el foul que sacó al Príncipe de la cancha habría pasado piola si el Chiqui no se "vanagloriaba de su hazaña". En el partido clave contra Perú, en la penúltima jornada, la Conmebol había designado como árbitro al incorruptible Javier Castrili. El juez de hierro prácticamente anulaba la ventaja de ser locales de los chilenos. Los dirigentes nacionales, aterrados con la medida, tomaron el primer avión rumbo a Asunción y lograron que lo cambiaran por el brasileño Marcio Rezende. Meses después, los dirigentes se ufanaban de su viveza en un reportaje.

¡Ah! Y faltan los pasaportes de Paysandú. Y lo de Roberto Rojas en el Maracaná...