Pásensela igual a Alexis
“No me sentía fresco, en el segundo tiempo mis compañeros me decían qué te pasa culiao, dale”. La sinceridad a toda prueba de Alexis tras el juego ante Uruguay dejó en evidencia varias conclusiones que cobraron sentido en el partido ante Perú en semifinales y aún más de cara a la final de la Copa América frente a Argentina.
Es que el Niño Maravilla es un ganador nato y su autocrítica apunta fundamentalmente a su falta de explosión, a las dificultades que está teniendo para desnivelar en el uno contra uno, la faceta que lo distingue como uno de los mejores delanteros del mundo. Por cierto, Alexis tiene razón, no hizo un gran partido ante Uruguay ni descolló frente a Perú, pero su aporte sigue siendo tan significativo que a Jorge Sampaoli no se cruzó por la cabeza la idea de sustituirlo. El tocopillano es un jugador de talla mundial y puede ganar un partido en el último minuto esté jugando bien, mal o regular.
Aunque las luces se hayan quedado con Mauricio Isla y Eduardo Vargas, en cuartos y semifinales, respectivamente, AS7 juega un rol clave en el equipo. Puede que haya estado menos efectivo que su mejor versión y que el gran público se espere más de él, pero su trabajo de desgaste de los marcadores, de abrir espacios, de generar faltas, es crucial en el funcionamiento de Chile. El primer gol ante Perú tiene el sello de Alexis.
Sánchez dijo que en Barcelona tuvo que aprender a jugar de nuevo y se adaptó a un esquema que limitaba su recorrido, su despliegue en la cancha. En el Arsenal, sin embargo, volvió a ser más libre, al punto que el propio Arsene Wenger tuvo que llamarlo a terreno para controlar su entusiasmo. Ese Alexis, que en Londres las hizo todas, llegó jugado a la Copa América. Hoy lleva a cuestas 66 partidos en la temporada 2014-2015 y es natural que esté, como el mismo admitió, menos fresco de lo que quisiera.
Afortunadamente, y pese a lo que declaró este jueves uno de sus amigos, Sánchez no está lesionado. No tiene un micro desgarro, no lleva tres partidos jugando con una lesión, sí está apretado, con fatiga muscular producto de la enorme campaña que cumplió en Inglaterra y los cinco duelos con la Roja en esta pasada. Ojo que Messi lleva 69 partidos este año y muchos otros argentinos que actúan en Europa llegan a la final con una altísima carga de partidos. El calendario es así, apretado, no hay más que hacer.
Alexis está cansado, pero su ilusión está a tope. Tiene menos piernas para encarar, echar a correr el balón, insinuar el regate, frenar, girar, volver a picar, buscar el claro y pegarle al arco. Pero es tan bueno para la pelota y tiene tantas ganas de levantar la copa que este sábado va a dejar la vida en la cancha. Enfrente tendrá a la selección que ocupará después de la Copa América el primer lugar en el ranking FIFA y es junto a Alemania uno de los dos mejores equipos del mundo.
Para dar la vuelta olímpica y romper más de 100 años de historia, la Roja requiere un partido perfecto. Equivalente al triunfo ante España en Maracaná o Inglaterra en Wembley. Necesita funcionar colectivamente como en el amistoso ante Alemania previo al mundial de 2014 o como cuando enmudeció al Mineirao frente a Brasil en la copa del mundo. Es difícil, sí, muy difícil. Chile debe sortear el murallón de Biglia y Mascherano, evitar que Pastore meta diagonales endemoniadas, impedir que Di María se dé un festín por la banda izquierda y Agüero emboque la que le quede. ¿Anular a Messi? Imposible, el objetivo debe ser que gravite lo menos posible en los últimos metros. Qué complicado parece en el papel y qué complicado será en la realidad.
¿Pero saben algo? La Roja dispone de un capital gigante. Es un equipo, en el sentido amplio del concepto, tiene un funcionamiento consolidado y sus jugadores, los kamikazes de Sampaoli, un hambre que puede mover montañas. Gracias a eso las diferencias nominales se acortan o, derechamente, al menos por noventa minutos, desaparecen. ¿Qué importa si Alexis no brilló en los últimos dos partidos? Pásenle la pelota igual. Chile no va a ganar la Copa América sin que Alexis haga lo suyo. Si al final no alcanza, no habrá sido por falta de entrega o calidad. Seamos optimistas. Hay equipo. Y lo tenemos al Niño Maravilla.