Chile pasó la prueba en la organización de Copa América
Chile recibió el torneo de selecciones más antiguo del mundo y no defraudó. Con algunos detalles que mejorar, el COL aprobó la dura tarea que tuvo.
“¿Por qué no soñar incluso con organizar un Mundial en Chile?”. Esa fue la frase que lanzó la Presidenta Michelle Bachelet en medio de los festejos tras la obtención de la Copa América por parte de la Roja.
El análisis que el Gobierno hizo de la organización de la cita continental fue más que positivo. Por tanto, en AS Chile quisimos hacer el mismo ejercicio. ¿Cumplió Chile como organizador de la Copa?
Estadios: Quizás lo mejor de todo el torneo. La Serena, Concepción y Viña del Mar estrenaron recintos deportivos de lujo, con amplios y tecnológicos espacios para la prensa nacional y extranjera. Atrás, muy atrás en la historia de nuestro país quedaron los estadios que prácticamente se caían a pedazos.
La Portada, Ester Roa y Sausalito se sumaron al Calvo y Bascuñán, Nacional, Monumental, Elías Figueroa, El Teniente y Germán Becker, que si bien existían desde antes, también cuentan con modernas características que fueron bien aprovechadas durante la Copa.
De todas formas, corresponsales extranjeros advirtieron que algunos recintos, como La Serena, Viña y Rancagua, tenían poca capacidad para un torneo de esta embergadura.
Centros de prensa: Uno de los puntos bajos del certamen. Distintas edificaciones tuvieron que acomodarse para recibir a los cientos de periodistas que acudieron desde el extranjero a cubrir el evento. En ellos se produjeron la mayoría de los nueve robos que sufrieron distintos profesionales a lo largo del evento.
No todos contaban con apoyo audiovisual para seguir lo que ocurría en la cancha. Al margen de ello, los espacios eran adecuados, al igual que la cantidad de conexiones eléctricas. Quizás quedó al debe la capacidad de conectividad a Internet.
Canchas de entrenamiento: Chile ha avanzado mucho en términos de infraestructura en sus estadios. Sin embargo, se ha ido quedando en cuanto a los centros de entrenamiento de sus equipos. Colo Colo, la U, Católica y O’Higgins son de los pocos clubes que tienen instalaciones acorde a las mejores selecciones del continente.
Sin ir más lejos, Gustavo Quinteros, técnico de Ecuador, incluso reclamó durante la Copa América por el estado de la cancha de prácticas que le facilitó el Cacique. En caso de que Chile llegase a organizar un Mundial, las 32 selecciones claramente no tendrían la disponibilidad necesaria para llevar a cabo sus entrenamientos.
Voluntarios: Otro de los puntos altos del torneo. Siempre una cara amable, siempre una respuesta cordial. El trato de los esforzados voluntarios fue excelente y, aunque a veces se veían superados por la gran cantidad de consultas, requerimientos e incluso insultos, no tuvieron mayores problemas para sacar la tarea adelante. La disposición fue muy buena.
Compromiso del Gobierno: Positivo. Más allá de la presencia de la Presidenta Michelle Bachelet en cada uno de los partidos de la Roja, el compromiso del Gobierno se hizo presente en hechos concretos, como el aporte a la construcción de los estadios y la implementación de los planes de seguridad para cada uno de los partidos.
Eso sí, no quedó sólo en eso, dado que los gobiernos regionales y comunales fueron actores importantes a la hora de llevar a cabo la organización particular de cada una de las sedes.
Hotelería: En Santiago sin problemas. El tema entra a complicar cuando se habla de regiones. Y no cualquiera. En Concepción, por ejemplo, la capacidad hotelera estaba a tope desde los cuartos de final del torneo.
Difícilmente para una eventual Copa del Mundo la atracción sea menor. De hecho, podría aumentar considerablemente y es ahí donde Chile podría tener inconvenientes.
Respuesta de hinchas: Otro de los puntos a favor del torneo. Por atractivo, la cantidad de extranjeros que viven en Chile o simple curiosidad, la mayoría de los partidos contó con los estadios casi al tope de la capacidad del estadio que lo recibía.
Hubo mucho respeto entre hinchadas y al margen de un par de enfrentamientos entre algunos fanáticos pasados de revoluciones, lo que más destacó fue el colorido en las tribunas.
En la suma y en la resta, la evaluación a la capacidad organizativa de Chile es más que positiva. Evidentemente hay aspectos que mejorar pero, cada vez que al país le ha tocado ser el anfitrión de una cita, ha hecho lo mejor que está a su alcance. Esta Copa América no fue la excepción, lo que permite soñar con, en un futuro quizás no muy lejano, poder ser locales de una Copa del Mundo.