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Listo. Se acabo la incertidumbre. El insondable Luis Enrique decidió que Claudio Bravo sea nuevamente el arquero del Barcelona en la liga. En el peor de los casos, el capitán de la Roja atajará en el campeonato local y Ter Stegen en la Copa del Rey y la Champions.

Tal como pidió la mujer de Bravo hace algunos días en una entrevista con el diario Las Ultimas Noticias, el técnico del Barca fue coherente y eligió al arquero chileno. No había ninguna razón técnica para dejarlo en el banco. Bravo venía de ganar el trofeo Zamora en la temporada anterior y la Copa América con Chile. Si Luis Enrique tenía alguna duda terminó de despejarla en la revancha de la Supercopa española ante el Bilbao donde el ex meta de Colo Colo cumplió con gran solvencia justo después de que su colega alemán recibiera ocho goles en dos partidos.

El Mister hizo un acto de justicia al confirmar a Bravo. Y será más justo aún si le da más partidos en otras competencias. No se trata de ningunear a Ter Stegen ni hacer un ejercicio de parcialidad nacionalista, el análisis es técnico. Bravo es mejor arquero que Ter Stegen. Lo supera con largueza en la toma de decisiones, achique, juego aéreo y con los pies. El alemán tiene unos reflejos extraordinarios, pero el chileno tampoco se queda atrás en ese rubro. A fin de cuentas, Bravo es un arquero más completo.

Como Ter Stegen es alemán, ganó la Champions y tiene su autoconfianza por las nubes se molesto sobremanera cuando Luis Enrique no lo confirmó en la titularidad tras la goleada en contra en San Mamés. En su lógica germana no logró comprender que el técnico no lo ratificara pese a su error garrafal en el primer gol y la derrota posterior del cuadro culé. Escuché decir que se le estaba cargando mucho la mano porque solo tuvo responsabilidad en un tanto. Ok, fue culpable de un gol, pero no se puede obviar que fue el primero, el más importante, el que condiciona el partido. No es lo mismo cometer una chambonada cuando estás perdiendo 3-0 que cuando el partido está con la cuenta en blanco. Más en una final que Barcelona no pudo remontar.

Capaz que Ter Stegen sea mejor que Bravo a los 23 años. Pero lo que el alemán tiene que entender es que compite por el arco de Barcelona con un enorme portero. El meta de la Roja luce un estado de madurez plena, capitaneó a la selección al mayor logro de su historia y está en la cúspide de su carrera. Como buen joven, talentoso y ganador, Ter Stegen siente que es capaz de todo. Debe pensar que si ganó la Champions sin tener continuidad en la liga y enfrentó nominalmente partidos más duros que Bravo tendría ser el dueño de la portería blaugrana. Está en su derecho. Pero uno también podría decir que con el chileno en el arco, manteniendo el nivel de la temporada anterior, Barcelona habría ganado igual la Liga de Campeones.

Ojalá Ter Stegen tenga un buen consejero, alguien con experiencia en las grandes ligas que le explique que en vez de andar haciendo pataletas por ahí o molestarse por una inofensiva declaración de la esposa de Bravo se aboque a mejorar sus falencias para ser un mejor arquero. El portero chileno trabajó en silencio, con bajo perfil, durante casi una década en la Real Sociedad y hoy es titular en el Barcelona. Este fin de semana atajó en Bilbao, respondió con la solidez habitual, entregó el arco en cero y el equipo ganó.

Luis Enrique es un técnico inescrutable. Esconde la pelota hasta el final y toma las decisiones importantes en la intimidad del vestuario. Estuvo cuestionado, se peleó con Messi, pero acabó conquistando la Liga, Copa del Rey y Champions. Uno podrá discutirle ciertas determinaciones, ver partidos con matices, hallar que se equivocó en algún cambio, pero el tipo ganó todo. Me quedo con su última conferencia de prensa a propósito de la lucha por el arco culé: “este año puede que uno juegue todo y el otro nada”. Una declaración que hay tomar con pinzas porque el futbol cambia semana a semana, pero que fue más explícita que nunca. En condiciones normales, Bravo debería jugar más que la temporada anterior. Una opción que se ganó en la cancha mientras que Ter Stegen la perdió de la peor manera. Adentro con sus yerros y afuera con sus berrinches de cabro chico.