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Iturra

¡Arraaaaanca!

¡Arraaaaanca!

La mañana del sábado fue muy triste. La noticia del deceso de Javier Muñoz no pudo dejar indiferente a nadie del mundo del fútbol. Porque si bien su cara no es del todo familiar para algunos, su voz está incrustada en el inconsciente colectivo de los futboleros.

Los relatores tienen la gracia de pasar por este mundo dejando huella. Mi padre me hablaba que la buena volada de un arquero en los 60 venía acompañada por el "voló como un Caravelle", de Carlos González Márquez. Un gordo sanmiguelino, que estudió pedagogía e hizo sus primeras armas en Osorno, terminó patentando el "trepa, trepa, trepa...". Carlos Alberto Campusano, además, es el referente de la mayoría de los relatores actuales.

Cuando yo era chico, Pedro Carcuro decía "apúntelo" a quien anotaba. La única vez que se despeinaba era cuando Pato Yáñez le anotaba el gol del triunfo en Asunción o cuando el italiano Marco Tardelli lo hizo ponerse de pie en la final de España 82.

Javier Muñoz, un tipo sencillo y sobrio que no necesitaba de estridencias ni frases majaderas para hacerse notar, fue el sucesor natural de Claudio Palma en el CDF. También estuvo por DIRECTV en el Mundial de Brasil y la Copa América. Lo hizo bien. ¿Y cuándo lo hacen bien los relatores? Cuando su voz y su estilo son reconocibles por los hinchas.

Cuesta creer que el tipo que relató el triunfo de Wanderers sobre Huachipato el viernes por la noche en Playa Ancha, el mismo que escuchábamos todos los fines de semana, el que le echó la talla al Caco Villalta por pasar agosto en su última transmisión, ya no esté con nosotros. Estamos tristes. Pero Javier, un tipo que decía con orgullo que era de San Felipe, dejó una huella similar a la de los relatores que nombré, una marca registrada que lo distingue.

Vamos a echar de menos el característico "pitazo inicial, ¡arraaaaanca… el partido!".