El lento suicidio del fútbol chileno
La pregunta es urgente e inevitable ¿Cuánto tiempo más aguantará el balompié chileno asido a la generación de los juveniles del 2007 y a los pollos de Bielsa? Mientras Vidal, Medel, Sánchez, Isla, Fernández, Bravo, Aránguiz, Vargas, Jara o Beausejour rindan en la selección, todo lo demás puede ser tapado, distorsionado, escondido o soslayado. Al fin, acumulado bajo la alfombra.
Veamos. El viernes pasado el Consejo de Presidentes tomó una de las decisiones más lamentables, patéticas y miserables que se hayan visto en Quilín: repartir los excedentes del CDF de manera proporcional, ojímetro con todas sus letras, para llegar a un piso de igualdad en un plazo de 12 años. Es decir los empresarios que manejan los clubes, angurrientos y buscadores sicopáticos de la recompensa inmediata, aseguraron las entradas por más de una década, dejando de lado todas las condicionantes de rendimiento en la cancha. Al contrario de las grandes ligas del mundo, nada del dinero de la televisión se gana o pierde por rendimiento deportivo. Es decir, seguirá pasando lo que ocurrió en el último torneo, Cobresal ganó lo mismo que Barnechea, pese a que el primero fue campeón y el segundo último por mucho. A la larga Cobresal encareció su plantel, subió costos y ahora es candidato al descenso. Todo por nada. Barnechea en cambio, en su política de no gastar tres pesos, hizo una gran diferencia, cerraron un negocio redondo y volvieron a la B felices y guatones. Queda claro, en nuestro fútbol profesional conviene jugar mal y perder, que jugar bien y ser campeón.
Es impresionante el nivel de ceguera y pobreza de estos dirigentes, pero también peligroso, al no recompensar a los que juegan mejor y ganan, le quitan competitividad y empobrecen el nivel de nuestro campeonato. En Alemania, por ejemplo, el 100% de los derechos televisivos se juega en la cancha, en el resto de las grandes ligas no menos del 25 o 30%. Pero, qué saben los alemanes, ingleses, españoles e italianos, qué le van a enseñar a los súper empresarios chilenos, campeones del monopolio, los beneficios tributarios, la evasión y las boletas falsas. Y del lloriqueo también. Estos dirigentes actuaron como actúan en sus respectivas empresas: agarraron el botín y salieron corriendo. Que se jodan los hinchas y el fútbol chileno por la próxima década, el chancho ya está pelado.
Y claro, después la gente se queja de que los equipos chilenos quedan eliminados en la primera ronda de la Libertadores o la Sudamericana; que tengamos el campeonato más corto del mundo; que Jorge Sampaoli tenga que nominar a Esteban Paredes como reemplazante de Mauricio Pinilla porque abajo no hay nada; que en los campeonatos de cadetes haya goleadas de 15-1 porque se “racionalizó” con tal de ahorrar unos pesos; que pese al nivel paupérrimo tengamos siete extranjeros por club, algunos que no juegan nunca y sólo firman para justificar cortes de cola y malabares: que al estadio no vaya nadie, habiendo fechas donde el partido con más asistencia no llega a los ocho mil espectadores; que la fecha comience el miércoles y termine cinco días después…
Pero, como ya dije, mientras “los 2007” sigan vigentes, los hombres de Quilín y sus secuaces de las Sociedades Anónimas podrán seguir depredando con total impunidad el fútbol chileno (y el Estado les seguirá regalando estadios). La verdad es que esperaba un poco de cordura e inteligencia para el último consejo de presidentes. Me pasé para ingenuo.