Más que nombres, un equipo
La salida del Gato Silva y el ingreso de Mark González, fue el reemplazo de un engranaje en una máquina aceitada que continúa funcionando, incluso mejor, gracias a la pericia del mecánico.
¿Brasil está en crisis y más encima no tiene a Neymar? ¿Argentina no es nada sin Messi?
Puede ser, pero la coyuntura de los grandes de Sudamérica, que están bastante al debe, es inversamente proporcional a la realidad de la Roja que, posiblemente, está en su mejor momento histórico. Lo que es yo, las únicas veces que recuerdo a Chile como favorito ante Brasil fue en un par de series de Copa Davis y en partidos de las selecciones de hockey sobre patines.
¿Dónde radica la diferencia? Si bien Chile tiene más figuras que nunca en su historia, la suma de los valores de sus pases no anda ni cerca del total de las planillas de Argentina y Brasil. Ni tampoco de la colombiana. Entonces ¿qué?
Chile es un equipo. Suena obvio, pero es el punto clave.
A diferencia de Brasil y Argentina, que son 22 tipos que se reúnen a jugar por el país y el técnico selecciona 11 para entrar a la cancha, el de Sampaoli es un conjunto, una escuadra, un team, o como quiera llamarle, que se conoce de memoria, que está comprometido con una causa, que se juramentó venganza tras el capítulo del Mineirao en la Copa del Mundo y que tiene algo que no se compra en las farmacias: mística.
Ante Brasil quedó clarito que es así. ¿Puede haber algo más violento que sacar un defensa y meter un delantero? El cambio táctico de los 40 minutos, la salida del Gato Silva y el ingreso de Mark González, fue el reemplazo de un engranaje en una máquina aceitada que continúa funcionando, incluso mejor, gracias a la pericia del mecánico.
Chile es un equipo. Y no cualquiera. Es el campeón de América. Ahí está la diferencia.