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Algo está cambiando

Bonita Eurocopa 2016. Albania, Islandia, Irlanda del Norte… Un torneo desmesurado de 24 países que parece indicar que la UEFA está cayendo en los mismos vicios que su hermano mayor, La FIFA, esto es: agrandar la fiesta al máximo y sacarle jugo a las piedras (derechos de televisión, turismo, merchandising, boletos). Mirando lo que ocurre específicamente en la cancha, el numeroso contingente de “colados”, países sin tradición y con ligas locales irrelevantes, indica que el fútbol mundial está cada vez más parejo. Que ya no importa que tu campeonato sea una bosta si eres capaz de meter unos cuantos jugadores en las mejores ligas (Italia, España, Francia, Inglaterra y Alemania), con eso te aseguras una selección competitiva y el día menos pensando Islandia le ganó a Holanda en Amsterdam.

El aviso se extiende para Sudamérica. Luego de las dos primeras fechas eliminatorias todas las previsiones históricas quedaron obsoletas. Ya no corre el axioma de “Brasil y Argentina corren aparte y los demás se matan”. Mirando los resultados y, sobre todo, el fútbol desplegado en la cancha, está claro que los gigantes del Atlántico, con todos sus títulos mundiales, deberán trabajar por obtener sus cupos. Por el contrario, aparece mucho más sólido lo de Uruguay, Chile y, en menor medida, sufrieron bastante con el amontonamiento boliviano, Ecuador. Como están las cosas no sería raro que ambos equipos se “corten” solos en punta y, en definitiva, sean los equipos sobre los cuales nadie especula con ganar puntos.

Los celestes, apenas sin Suárez ni Cavani, le dieron una paliza inolvidable a Colombia en Montevideo. Chile en Lima hizo un partido extravagante, con muchas irregularidades, pero, más allá de los goles en un arco y otro, el equipo de Sampaoli exhibió un desparpajo, una seguridad y una contundencia propia de los grandes, los más grandes. Como un “Mira, hoy ando un poco distraído, doy ventajas defensivas y te regalo un penal, pero te llego seis veces y te hago cuatro goles”.

Lo más llamativo frente a Perú fue esa facilidad para arrimarse al arco de Gallese. Hubo un par de goles de baby fútbol, definidos con tanta tranquilidad y relajo, que, más que acciones de un clásico caliente contra un rival que desborda el fútbol y se mete en la historia, parecían picardías del jueves por la mañana en Pinto Durán entre titulares y suplentes.

La liga chilena anda a los tumbos pero, en sintonía con el fútbol de hoy, esto es irrelevante mientras los seleccionados jueguen a alto nivel en Europa y enfrenten semana a semana a los mejores del planeta. Atentos que Rusia 2018 puede ser una sorpresa en todo ámbito, queda mucho todavía, pero está claro que ya no se gana con el color de la camiseta ni con el libro de historia en la mano. Hoy, por fútbol y actitud, Chile parece Brasil y Brasil parece Chile.