La historia no ha terminado
La polémica salida de Humberto Suazo está lejos de acabar. Una cosa es que el conflicto se haya desactivado temporalmente con la clasificación de Colo Colo a las semifinales de la Copa Chile y la victoria ante Huachipato, pero otra muy distinta es que la desafección de Chupete sea cosa del pasado. Esta disputa continuará en los tribunales a menos que las partes alcancen un acuerdo extrajudicial lo que, por ahora, se ve improbable.
Quiérase o no, la eventual conquista del título del Cacique estará condicionada por el caso Suazo. Si Colo Colo enreda puntos y termina cediendo el campeonato a manos de Universidad de Concepción, Católica u otro y algunos de sus jugadores continúan diciendo que no se dimensionaron los alcances de episodio y que el despido fue apresurado, el tema no saldrá de la agenda y, de seguro, será uno de los factores principales de por qué el Cacique perdió el torneo. El argumento contiene una doble lectura: el perjuicio futbolístico y el enrarecimiento de la interna del plantel. Por eso era tan importante que el equipo de Sierra ganara en Talcahuano. Y como Audax Italiano venció a Universidad de Concepción el panorama es aún mejor.
Aunque falta escuchar su versión sería extraño que Suazo hablara. No lo hacía en las buenas, cuando era figura o las aguas estaban tranquilas, menos lo hará ahora que está en el ojo del huracán y hay mucha plata en disputa. ¿Despido injustificado? Un prestigioso abogado laboral de la plaza, comentó que la tesis de Blanco y Negro de que Chupete cometió un grave incumplimiento de contrato no es fácil de demostrar ante la justicia. Insultar a uno de los jefes y negarse a una reunión, de cuya citación no hay respaldo, no necesariamente configura una causal de despido. ¿Primará la máxima de que es mejor un mal arreglo que un buen juicio? En primera instancia, Aníbal Mosa no llegó a acuerdo con el agente del jugador.
Astuto y funcional a lo que necesita hoy Colo Colo para seguir enfocado en la carrera por el título fue Gonzalo Fierro quien dio vuelta la página a diferencia de otros compañeros como Estaban Paredes o Emiliano Vecchio que ahondaron sobre la salida de Chupete. El capitán del Cacique apretó la tecla correcta porque independiente del curso paralelo que siga el caso Suazo le puso punto final al asunto en términos públicos. “Es un tema cerrado”, aclaró.
Si Colo Colo es campeón, el despido de Suazo pasará a segundo plano, será casi una anécdota y le dará argumentos a quienes cuestionaban su aporte y alto costo. El fútbol es así, el resultado prevalece, condiciona los análisis y determina la lectura final de los hechos. En la mirada más fina, quirúrgica, de largo plazo quedan otras consideraciones que para el gran público no son relevantes. ¿Por ejemplo? La decisión de Sierra de no citar más a Suazo tras su inconducta. Retrata su formación y convicciones. Un escáner a su ADN como entrenador. El cauce posterior de los hechos compete a los dirigentes que hallaron que una falta de ese tipo era motivo suficiente para defenestrarlo. Esperar el arrepentimiento del sanantonino, no fue nunca una opción.
Dejando al margen el desenlace deportivo del torneo de Apertura 2015-2016 es pertinente dejar espacio a la reflexión para el final de este segundo ciclo de Suazo en Colo Colo. Chupete no merecía irse por la ventana y terminar siendo noticia por los millones de su finiquito o si el caso llega o no a la justicia ordinaria. Suazo fue un grande en Colo Colo y la selección, un jugador distinto, un tipo retraído, tímido, entrañable. Y al que fueron a buscar a México para que pegara la vuelta. Sí, Chupete fue casi una obsesión personal de Mosa.
Es evidente que Suazo se equivocó. No tomó en cuenta el apoyo que le brindó el cuerpo técnico para que alcanzara su mejor nivel. Tampoco las esperas para reponerse de las lesiones que padeció. Con Héctor Tapia jugó de volante y con Sierra volvió a ser delantero. Anotó menos de lo esperado y tuvo actuaciones irregulares, pero su lugar en el equipo era entre los once titulares. No lo calibró, no le importó. Y de ahí para adelante todo fue una secuencia lamentable que a Blanco y Negro puede que le permita ahorrarse algún dinero pero no honra precisamente la historia del club y un ídolo como Chupete. En esta historia solo hubo perdedores y queda un último capítulo por escribirse.