Aplauso sabanda
A diferencia de lo que piensa Pablo Pozo, el profesor de los árbitros, y el distinguido cuerpo referil de nuestro país, me gustó lo que dijo Johnny Herrera. ¡Qué otra cosa podría haber dicho! Si siempre que les arbitró Eduardo Gamboa contra Colo Colo terminaron perdiendo.
¿Acaso querían que Herrera guardara la compostura? Posiblemente esperaban que Johnny hubiese dicho "todos los partidos son diferentes... un clásico es un clásico y no importa la posición en la tabla... los jóvenes ganan partidos; los viejos, campeonatos... el camarín está unido... confiamos en el trabajo de la semana... y un largo etcétera".
Disculpen, a mi me gusta la espontaneidad. Es más humano que un jugador se salga de madre, dentro de los márgenes de la educación y el respeto por los demás, y diga lo que siente. Prefiero eso a, por ejemplo, las transmisiones de fútbol donde no muestran los desmanes de la tribuna y, más encima, informan que todo está bien. Me recuerda a otros tiempos, esos que la mayoría quisiéramos olvidar.
También me dio risa la reacción del mejor arquero del medio local. Como a todos los presentes en la sala de conferencias del Centro Deportivo Azul. La talla era buena y no le faltó el respeto a nadie. Nunca dijo que Gamboa era malo, feo o le adjudicó algún delito.
Hay algo que me pareció mal. Algunos de los presentes aplaudieron al portero de la U.
No me imagino a los reporteros que cubren la Moneda aplaudiendo a un ministro o a la Presidenta. O a los del Salón Oval de la Casablanca vitoreando a Barack Obama.
En los tiempos actuales, donde se supone que todos los profesionales de los medios deportivos estudiaron cinco años en una universidad y poseen el grado académico de licenciados, eso es algo imperdonable. Ya pasó la época de los comunicadores "self made", esos de escasa preparación y que, entre otras cosas, se saludaban de beso con los jugadores.
Esas actitudes, como la del aplauso y otras, le dan perfecto derecho a Johnny o cualquier otro jugador de rápido gatillo verbal a decirles a los periodistas "yo les doy de comer".
Hace 16 años estuve en una conferencia de prensa de Marcelo Ríos en el hotel Sheraton. El Chino sacó de improviso una carta donde le pedía perdón a su novia por un desliz. El ex número uno del mundo del tenis se puso a llorar, se paró y se fue, mientras un grupo de reporteros se paró a aplaudirlo. Me dio plancha, vergüenza ajena.
Se ha avanzado, pero parece que no lo suficiente.
PD: Les recomiendo seguir la graciosa cuenta de Twitter @TheRealSabanda, otrora @soysabanda.