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¿Al Estadio, Al Estadio?

Actualizado a

Ir a la cancha se ha convertido en un verdadero cacho para el hincha común y corriente. No solo porque corre el riesgo de que una tropa de delincuentes secuestre la micro donde viaja, le rayen el auto, el estacionamiento sea ultra caro, lo macheteen en la entrada, una bomba de ruido lo deje con un trauma acústico o pueda verse al medio de una lluvia de camotes. Antes de este sombrío panorama el problema puede ser aún mayor para los aficionados ya que conseguir una entrada se ha convertido en una verdadera pesadilla.

Si bien la inseguridad sigue siendo un conflicto latente en los recintos deportivos, tanto el alto costo de los boletos como la intrincada vía para comprarlos están ahuyentando todavía más a la gente de los estadios. Las frías estadísticas no mienten. En el torneo de Apertura 2015-2016 estamos en presencia del promedio de asistencia más bajo de los últimos seis campeonatos y lo que ocurrió el fin de semana no deja de sorprender.

¿Cómo se explica que a tres fechas del final del torneo Palestino y Colo Colo hayan llevado solo 6 mil personas al estadio Nacional? ¿Cómo diablos se entiende que el clásico universitario haya completado menos de la mitad del aforo 24 horas después?

Lo del sábado se torna paradójico. Colo Colo está disputando el título, jugaba un partido clave ante el cuarto mejor equipo del torneo pero el estadio estaba semi vació. Mientras que para ir al cine puedes acceder a un descuento desde tu teléfono y luego hacer efectiva la promoción mostrando el dispositivo, en el fútbol la tecnología no alcanza el mismo estándar. Es más, las facilidades y costos de servicio dependen de la ticketera de turno. Actualmente, no existe un sistema común para todos los clubes y, por lo tanto, la información es confusa y dispar. Por eso O’Higgins creo su propia ticketera. Bajo las actuales condiciones de mercado es imposible que el fútbol chileno trabaje con una sola empresa, pero urge crear una modalidad compartida más amistosa para los hinchas. Es muy distinto ir a canjear la entrada a Ripley, con las múltiples opciones que esta cadena de retail ofrece, que tener que pegarse un pique al velódromo o al estadio Monumental.

Otro punto relevante. Palestino puede que esté en su derecho de cobrar 7 mil pesos por la galería. Sus dirigentes o ejecutivos comerciales habrán calculado que iban a recaudar una suculenta suma, pero lo que no tomaron en cuenta es que la mitad de la población chilena gana menos de 350 mil pesos líquidos al mes. Es que hoy los clubes arman sus presupuestos con la plata del CDF y no consideran mayormente los ingresos por borderó. Fijan los precios con el tincómetro, partido a partido. No hay interés ni un plan de reencantamiento del hincha, no existen políticas de marketing para que la gente vuelva al estadio. Por el contrario, hay una severa distorsión respecto del precio de las entradas, realidad país y calidad del espectáculo.

No voy a tapar el sol con un dedo. Las bajas asistencias probablemente también tienen que ver con que el torneo ha sido solo reguleque. Pero más allá de lo evidente hay que hacer algo para que los aficionados vuelvan a la cancha y se corrija el efecto discriminador del actual sistema. Hoy por hoy un altísimo porcentaje de hinchas mayores de 60 años están fuera de carrera. Generacionalmente están lejos de las nuevas tecnologías. Abogo por que la modalidad virtual, acorde a los tiempos que vivimos, conviva con vía presencial, como antaño. Si hay que abrir boleterías, que se abran. El sistema no es inseguro, se torna inseguro cuando los clubes quieren ahorrar y abren tres boleterías en lugar de diez o doce. Ahí se producen las aglomeraciones, los conatos, la tensión con Carabineros.

El fútbol está perdiendo por goleada con el flaiterío delictual, también por la falta de inteligencia policial, la comodidad de la mayoría de los dirigentes que reciben un flujo importante de lucas del CDF y su incapacidad para darse cuenta de que el producto está hecho pelota. Lamentablemente los esfuerzos están concentrados en el Canal del Futbol, la cuota de poder y el provecho chico, el cálculo pequeño. De que la gente vuelva al estadio solo nos preocupamos los ilusos.