Murray, corazón valiente
No es el jugador más querido por los fanáticos del tenis. Quizá tuvo la mala suerte de convivir con Roger Federer, Novak Djokovic y Rafael Nadal, pero con el título de la Copa Davis en el bolsillo, Andy Murray ya se convirtió en una leyenda. Así de simple.
Federer genera admiración tanto dentro como fuera de la cancha en casi todos los mortales. Djokovic deslumbra con su tenis imponente. E incluso Nadal, que genera amor y odio entre los fanáticos de todo el mundo, no pasa inadvertido.
No ocurre lo mismo con Murray, quien siempre ha cultivado el bajo perfil y ha estado lejos de las grandes luces. No tiene un gran carisma y ha desarrollado un tenis que, quizás para quienes no siguen este deporte semana a semana, posiblemente no sea atractivo. Por esos dos aspectos, casi estéticos, el escocés se ha visto un peldaño más abajo que las otras leyendas. Pero, hablando de tenis, ya se ha ganado un lugar entre los mejores.
En una etapa del tenis, en donde un grupo de monstruos como Federer, Nadal y Djokovic ha cambiado el juego, el escocés se las arregló para ser el primer británico en ganar un Grand Slam en 76 años en el US Open 2012 y el primero de la isla en conquistar el torneo más grande del mundo, Wimbledon, desde Fred Perry, en 1936.
Por si todo esto fuera poco, y si era necesario acallar a quienes lo acusan de falta de corazón, Murray lideró a un equipo sin ningún otro Top 100 de singles a conquistar la Copa Davis, de visita ante Bélgica, tras ganar sus dos individuales y el doble con su hermano Jamie. Una verdadera hazaña.
Seguramente el número uno del mundo no estará dentro de las conquistas de su carrera, pero con un jugador de sus tamaños logros, más vale ver lo que ha conseguido y no lo que le falta.
Son muy pocos los privilegiados que pueden llenar el paladar de todos los gustos. Eso no le resta méritos a la asombrosa carrera de Andy Murray, quien se ha ganado a punta de esfuerzo un lugar destacado entre los históricos.