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Un par de mensajes recurrentes en la redes sociales tras la final de la Copa Chile fueron: “Colo Colo pierde porque Fierro toca la Copa", y "La U se impuso en la lotería de los penales”.

Es bastante común encontrar a jugadores y entrenadores de fútbol llevar a cabo ciertos rituales antes de un partido para asegurar la victoria o evitar la derrota. Son rituales que tienen que ver con experiencias anteriores. La “idiosincrasia futbolística” explica ciertos fenómenos desde un punto de vista no científico. Ejemplos sobran: “Entrenador nuevo no pierde”, “los goles que no haces en un arco te los hacen en el otro”, “estamos en racha perdedora”, “el 2-0 es el resultado más peligroso”, y el comodín: “Son cosas del fútbol”. Verdaderas muletillas con las que se intenta dar explicación a situaciones puntuales, pero que son carentes de realismo y alejadas de una adecuada autocrítica.

En la conferencia de prensa previa a la final hubo jugadores que no quisieron tocar la Copa y el mismo entrenador de la U, Martín Lasarte, se sentó a la derecha. ¿Por qué? En una ocasión anterior se sentó a la izquierda y perdió.

Gonzalo Fierro tocó la copa. Y, fiel a la costumbre del fútbol, él se convierte en el culpable. Y no los jugadores que estuvieron bajo el rendimiento, que se perdieron goles o que fallaron penales.

Desde el punto de vista psicológico, los rituales o cábalas pueden ser “leídos” desde una visión positiva, pero también pueden ser considerados como algo muy negativo.

Cuando consideramos las cábalas positivas, hablamos de “reforzadores psicológicos” porque muchas veces esos rituales ayudan a reforzar la motivación del deportista.

Pero una cábala puede ser también tremendamente negativa, porque se utilizan elementos exógenos que no tienen ninguna relación con el trabajo, el entrenamiento y preparación deportiva. Entre los casos más más observados están: el entrar saltando en un pie a la cancha, ocupar una misma polera o ropa interior, no lavarse los dientes, ocupar una medallita, etc. Lo común de todos estos rituales es que ninguno de ellos ayuda efectivamente a mejorar el rendimiento, por lo que podrían ser considerados como “efectos placebos”, vale decir, el deportista se autoengaña creyendo que le sirve. Y el tema es que cuando no se cumplen en la cabeza del deportista surge un fenómeno denominado “profecía autocumplida”: tanto pienso que puedo perder que al final ocurre.

El gran problema de las cábalas es que los deportistas depositan su confianza en ese elemento externo y no en ellos mismos ni en sus propias capacidades, lo cual puede disminuir la confianza y la autoestima. Dejar “atrapado” al jugador por situaciones que no guarda relación con lo que hace. Y posiblemente sentirá que muchas de las situaciones que le pasan en una cancha dependen de lo externo, desfavoreciendo un proceso de adecuada autocrítica.

Las verdaderas causas de la cábalas no son tan evidentes y, de hecho, pueden ser bastante individuales, pero las características en común que tienen es que hay dudas, miedos acerca de los propias condiciones y mucha ansiedad con respecto a lo que pasará. Entonces, la cabeza del deportista no tolera lidiar con esos miedos y ansiedades, externalizándolas en una cábala, una situación que no depende ellos.

Rodrigo A. Cauas E.
Psicología & Coaching Deportivo
@rodrigocauas