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Iturra

Domingo negro

Domingo negro

Como si el hecho de haber tenido a un delincuente como presidente del fútbol chileno no fuese suficiente vergüenza, se sumó el domingo negro, uno de los peores de nuestra historia.

La batalla campal entre hinchas de Santiago Wanderers y Colo Colo era un hecho perfectamente predecible y evitable. Estaba el antecedente de lo ocurrido en Sausalito, cuando jugaron los Caturros contra Everton. Pasó lo mismo... Y después no pasó nada.

Jugar sin Carabineros o guardias profesionales (que estén bien entrenados, con dedicación exclusiva y con elementos disuasivos) ni cierre perimetral es un riesgo demasiado grande, donde se pone en riesgo la vida de muchas personas.

Las palabras del jefe de seguridad de Wanderers, el señor Frez, fueron clarificadoras de una realidad brutal: "La autoridad me pidió 185 guardias. Traje 195, pero claramente no somos capaces de contrarrestar esto. Fuimos sobrepasados. Le doy gracias a Dios que ninguno de mis compañeros resultó muerto".

El deseo miope de tratar de mostrar como exitoso un método de seguridad que quizás funcionó en otros lados, pero que no es aplicable por estos parajes debido a un proceso cultural pobre e inconcluso, ha generado consecuencias nefastas. Como un final de campeonato vergonzoso, impropio de la más ordinaria de las ligas amateur. Menos mal que fue solo eso. El domingo podría haber muerto mucha gente en Playa Ancha.

Fuerzas Especiales de Carabineros tardó 10 minutos en ingresar a la cancha, cuando los arcos, pantallas publicitarias y cámaras de televisión ya estaban destruídos. Y, gracias a la presencia de los "pacos", entre siete guardias pudieron atrapar a un vándalo.

La barbarie del Puerto hizo que pasara colado el arbitraje de Jorge Osorio en La Florida. Cómo sería de malo que hasta en el CDF lo criticaron. Imagínese.

Cuando creímos haberlo visto todo, cuando pensábamos que ya nada más nos avergonzaría, sucede esto. Lamentable.