Luis Enrique, atina!
En medio de la enorme crisis directiva del fútbol chileno y la incertidumbre que reina respecto de la continuidad de Jorge Sampaoli, el Mundial de Clubes nos brinda una tregua para preocuparnos por un momento de la suerte de Claudio Bravo en el arco del Barcelona. Este fin de semana Felipao dio la sorpresa con el Guangzhou Evergrande y eliminó al América de México. El jueves, los chinos serán los rivales del equipo catalán en semifinales.
Si el criterio aplicado hasta ahora por Luis Enrique se mantuviese inalterable el capitán de la Roja debiera ser suplente ante el ex equipo de Darío Conca, pero llegó la hora de que el técnico culé tenga un gesto con Bravo. Es cierto, estamos hablando del campeón de España, de la Champions, uno de los tres mejores equipos del mundo de los últimos diez años y, por lo tanto, lo que prevalece es la convicción del entrenador y la búsqueda del objetivo final que, en el caso del cuadro culé, es ganarlo todo. Ahora, a esta altura, con la solvencia y seriedad que garantiza el meta chileno uno se pregunta qué más da que Bravo ataje fuera del torneo local de vez en cuando.
Como sabemos, Luis Enrique decidió en su primera temporada que el oriundo de Viluco fuera el arquero en la liga y Ter Stegen en la Champions, Copa del Rey y Supercopa, es decir, en todo el resto de las competiciones. Le salió bien. Barcelona ganó el torneo local y la liga de campeones alternando los porteros. En ese contexto, su determinación pasó a ser irreprochable, la apuesta le pagó ciento por ciento. No tenía razón alguna para cambiar.
Y no lo hizo. Reiteró la fórmula, pese a la incomodidad evidente de ambos porteros. El aval del éxito reciente lo llevó a replicar el esquema, pero con un matiz evidente que se extiende hasta hoy: Bravo volvió a su segundo año como campeón de América y en un nivel tan alto o superior al de la primera temporada. Ter Stegen, en cambio, mostró dudas en sus primeros partidos de la fase de grupos de la Champions. De hecho, hace poco más de un mes cuando el capitán de la Roja descollaba en el triunfo ante el Real Madrid, las criticas y los rumores de una eventual partida del arquero alemán al Liverpool arreciaban. Al final, nada cambió, Ter Stegen mejoró y siguió atajando en la liga de campeones de Europa.
A pocos días de las semis del Mundial de Clubes, Luis Enrique tiene una nueva disyuntiva. Y esta vez existen aún más argumentos a favor del chileno. No solo en lo estrictamente futbolístico donde Bravo le sacó ventaja al alemán sino en un plano que los entrenadores deben resguardar: su relación con los jugadores y el manejo sus expectativas. El técnico debe cuidar los equilibrios y, en este caso, velar porque su mejor portero no se decepcione. Bravo es su arquero principal y Luis Enrique lo sabe, pero con Ter Stegen ganó la Champions. Entonces lo protege, guía y respalda. El alemán es joven, sinónimo de futuro para el Barca, un activo importante del club.
Hace algunas horas, el míster dijo que no tenía resuelto quien iba a atajar en el Mundial de Clubes. Fiel a su estilo volvió a dejar la pelota picando. En esta ocasión, sin embargo, ya no hay razón alguna para no sacar del confinamiento liguero al capitán de la Roja. Porque una cosa es la rotación, alternar el puesto y otra muy distinta la desproporción. No puedes darle un torneo a un arquero y cuatro al otro, por más que esos campeonatos supongan jugar menos partidos. Bravo fue y sigue siendo más arquero que el alemán y merece una oportunidad en otro torneo. Llegó el momento. A ver si Luis Enrique deja de lado su tozudez.